El presidente de Cuba, Raúl Castro, realizó ayer la mayor re
estructuración de su gabinete desde que asumió oficialmente el poder, hace poco más de un año, en reemplazo de su hermano Fidel. En lo que el Consejo de Estado definió como un movimiento de cuadros, dos de las figuras más conocidas dentro y fuera de la isla fueron removidas de sus funciones: el vicepresidente Carlos Lage ya no será jefe de gabinete del Consejo de Ministros y Felipe Pérez Roque, canciller de la isla desde 1999, cesó en sus funciones.
Ambos eran figuras centrales del gobierno cubano desde hacía años. Lage, de 57 años, fue el más joven de los vicepresidentes ratificados por Raúl al asumir el mando. En 2006, este médico pediatra había sido elegido como uno de los seis hombres de confianza para dirigir los destinos del país al comenzar la presidencia interina de Raúl, tras las primeras complicaciones de salud de Fidel. Desde comienzos de la década del ’90, fue una de las figuras asociadas al proceso de reformas económicas tendientes a liberalizar ciertos aspectos de la economía de la isla.
Por su parte, Felipe Pérez Roque era desde hace una década la figura más visible de Cuba en los foros internacionales. Unico entre los ministros en haber nacido después de la Revolución, en mayo del ’99 llegó a ministro de Relaciones Exteriores con sólo 34 años. En su último año de gestión como jefe de la diplomacia de la isla, Cuba logró una reinserción y normalización de relaciones con los países de la región como no se produjo en décadas. Ocho presidentes latinoamericanos llegaron a La Habana en los últimos 60 días y Cuba fue admitida en varios foros regionales de los que estaba excluida, entre ellos el Grupo de Río.
Sin embargo, al promediar el mediodía de ayer, la televisión cubana anunció la noticia: sus funciones cambiaron. Lage continuará siendo viceministro del Consejo de Estado, pero será reemplazado por el general José Amado Ricardo Guerra en tanto jefe de gabinete.
Pérez Roque será sucedido por su segundo, Bruno Rodríguez. Periodista y embajador, Rodríguez representó a Cuba ante la ONU y dirigió la política exterior de la isla hacia América latina. Abogado y profesor de Derecho Internacional en la Universidad de La Habana, el nuevo jefe de la diplomacia cubana revistó también como director de Juventud Rebelde, diario de la Juventud del Partido Comunista.
A través de la lectura del comunicado oficial emitido por el Consejo de Estado, el gobierno remarcó que las decisiones se tomaban en consonancia con lo anunciado por el veterano líder el 24 de febrero pasado, cuando, al cumplir un año como jefe de Estado, anunció futuros cambios a fin de modernizar las bases de la administración pública en su país hacia un modelo más pequeño y eficiente. “Hoy se requiere una estructura más compacta y funcional, con menor número de organismos de la administración central del Estado y una mejor distribución de las funciones que cumplen”, había dicho Raúl al inaugurar la VII Legislatura cubana.
Ayer, los cambios comenzaron a concretarse. La reforma, de carácter profundo, implicó el cambio de once ministros y la fusión de cuatro carteras en otros dos nuevos ministerios.
Entre otras figuras de relevancia que se fueron, se cuentan dos vicepresidentes del Consejo de Ministros: José Luis Rodríguez (también como ministro de Economía) será reemplazado por el hasta ahora ministro de Comercio Interior, Marino Murillo; y Otto Rivero, quien se ocupaba del programa llamado “Batalla de Ideas” –creado por Fidel Castro tras el caso del niño balsero Elián González para “recuperar los valores de la Revolución”–, verá continuar su tarea por el comandante Ramiro Valdés, también ministro de Comunicaciones.
Además, Jacinto Angulo, hasta ayer número dos de Comercio Interior, fue nombrado al frente de esa cartera; y el ministro de Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca, asumirá el Ministerio de Comercio Exterior, del cual fue retirado Raúl de la Nuez. Entre otras fusiones, el Ministerio de la Industria Alimentaria absorbió al de Industria Pesquera, y la ministra de Finanzas y Precios, Georgina Barreiro, fue reemplazada por Lina Pedraza, dirigente del partido.
De esta manera, según diversos analistas, Raúl promovió a muchas segundas líneas, dando paso a un relevo generacional en distintos puestos clave del gobierno cubano.
Sin embargo, el jefe de Estado generó mayor expectativa y deslizó que los presentes cambios podrían no ser los últimos, al destacar que su gobierno se encuentra en un proceso de reformas. “La institucionalidad es uno de los pilares de la invulnerabilidad de la Revolución en el terreno político, por lo que debemos trabajar en su constante perfeccionamiento”, aseguró el menor de los hermanos Castro. “No creemos nunca que lo que hemos hecho es perfecto, por lo que seguiremos estudiando la necesidad de seguir reestructurando nuestro gobierno con el objetivo de reducir su envergadura y elevar su eficacia”, sentenció.
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