Envíenos su nota, opinión o información al correo: delpueblo.prensa@gmail.com

lunes, 12 de diciembre de 2016

EDITORIAL: LOS TIEMPOS CAMBIAN, LA FUERZA DEL PUEBLO NO

En los últimos tiempos hemos visto varias demostraciones del pueblo en la calle. Es que el mundo ha ido girando cada vez más hacia un extremo del neoliberalismo que le exige sacrificios humanos para poder subsistir. Luego de las décadas de la Segunda Guerra Mundial, donde el capitalismo del mundo se comió a la Europa que progresaba, las dictaduras latinoamericanas entregaron el territorio andino a las multinacionales hambrientas. Varias décadas el monstruo estuvo instalado sobre nosotros chupando sangre, dinero y recursos. Luego los colmillos se mudaron a medio oriente, y el petróleo corrió al mismo ritmo que la sangre. Pero cada vez más, le alcanza menos. Cada vez más, necesita desgarrar pueblos a la vez, porque ha crecido tanto que no logra saciar su necesidad vital. Y más bravo se lo ve, más débil está, o al menos más cerca de su final. Ya no sobrevive si no es con varios continentes sangrando a la vez, y cada vez menos los continentes logran recuperarse y volver a engordar como para que el monstruo tenga de qué comer. 
Al pueblo lo domina la clase media, que es quien llega a un extremo de pobreza, y justo cuando están por ser el próximo bocadillo del monstruo, éste cambia de continente. Pero hoy la cosa cambia. El monstruo necesita másss... Y aunque no en todos lados, la clase media se ha empezado a poner en pie de lucha. Entonces han comenzado a suceder fenómenos como los del pueblo de España, o el de Grecia. Y a menor escala, en otros países, la gente ha salido a la calle. Sin embargo nada parece cambiar, ni para la gente ni para la bestia que no para de crecer. Afortunadamente, hay algunas manifestaciones que no paran de crecer y se sostienen en el tiempo. Y podríamos caracterizarlas en dos grupos. Las manifestaciones de las clases subalternas, que sin líderes prefijados han salido a la calle por alguna reivindicación que les era propia, y que no respondía a una necesidad original de la clase media. Estas manifestaciones, grandes o chiquitas son notorias. ¿Qué las hace notorias? Que son coherentes, que no hay dirigencia que las traicione. Es el caso de pueblos originarios, que aunque en pequeños grupos (si se los compara con los ejemplos de España o Grecia) salen a la calle y sólo una brutal (y aunque intenten que sea ejemplificadora, no logran) represión. Pero ni la represión las para, a lo sumo les gana una batalla, pero nuevamente están allí muy pronto, y esto las hace notorias. Otro caso fue la “Guerra del Agua” en Bolivia, que es un ejemplo que se acerca en número de gente a la de Grecia, donde todo el pueblo salió a la calle. Pero nuevamente, las clases bajas son las que marcaron la protesta, y no los partidos políticos clasemedistas. Aunque luego se sumaran, no lograron sacarle ni un ápice de protagonismo a un pueblo que logró ir más rápido que las garras de la Bestia tratando de aplacar el incendio. Por otro lado, las multitudes salen a la calle en los territorios donde un régimen diferente media las relaciones humanas. Cuba, Venezuela, han salido a la calle a refirmar lo que han conocido y saben, les quieren arrebatar. Pero lo han conocido por una Revolución que impuso un régimen diferente. Revoluciones a las que el monstruo está atento de evitar. Allí, la lucha del sistema reinante es por llevar a la clase baja a tener lo que tienen otras clases medias de otros lugares, y que a nadie le falte lo básico, pero por sobre todo, que no dejen de sentirse pertenecientes a una clase a la que la Bestia le tiene destinada la pobreza, el desangre y el desgarro.  Y lejos de ser régimenes perfectos, han demostrado ser mucho más humanos que la propuesta de la Bestia. En nuestra localidad el pueblo ha salido a la calle varias veces. Las más numerosas han sido las convocatorias espontáneas y autoconvocadas. Desde la pueblada por la crisis del Hanta virus en el 95, hasta la pueblada de hace un par de años. Y hace dos semanas, nuevamente. Sin partidos políticos de por medio, la gente utiliza los medios de comunicación populares, se organiza, se informa y sale. Quienes deben resguardarse detrás de las fuerzas policíacas son quienes intentan traicionar al pueblo. Y sin líderes, sin partidos intentando adjudicarse los logros, el pueblo camina, y por el contrario, en cuanto aparecen los partidos políticos a intentar adjudicarse las puebladas, el pueblo desaparece. Recordemos las asamblea gigantescas en el polideportivo luego de la pueblada de hace un par de años. Es que la gente no sabe cómo expresar el hastío de ver a ciertos personajes arengando asambleas y luego como asesores personales o títeres útiles del enemigo.  La gente no es tonta, la embaucan. Le proponen elegir quién los va a traicionar menos. Pero sale a la calle en busca de un cambio, no más de lo mismo. Un cambio de sistema. Buscando organizaciones de trabajadores que no entreguen sus luchas, por dirigentes que sepan correrse y darle el protagonismo a quienes ponen el cuerpo y la vida. Buscando encontrar una forma de organización social que no los lleve a entregarse a la Bestia.  Y aunque así de absurdo es el triunfo del último partido político a nivel nacional, que prometió lo que no iba a cumplir, pero ya que de sólo promesas se trataba, prometió todo. Prometió felicidad y ganó. Pero ganar no es mantenerse. Mantenerse será a uso de fuerza. Ahora hace falta organización popular, que despierte de este mal sueño al pueblo, que lo sacuda rápido antes de que la bestia le haya chupado toda la sangre y ya ni levantarse pueda. Los medios de comunicación populares jugamos un rol importantísimo en estos momentos. Ya lo hemos descubierto, porque nos organizan, nos informan y nos despiertan por y a nuestros propios intereses.  Es hora de que cada organización exprese y despierte. Se despierte y despierte a los que tenga cerca. Es hora de generar nuevos medios, de crear redes y fortalecer las organizaciones, es hora de no dejar que el impulso se nos vaya en sacar a unos para que nos dominen otros.  Somos capaces, ese es nuestro desafío.