(Al Margen).- Conversamos con Paula Uribe, médica pediatra e integrante de la 
Asamblea Comunitaria de Dolavon, pueblo en el que se implantó una planta
 de arenas silíceas que trae peligrosas consecuencias en la salud de las
 y los pobladores y en el medioambiente.
  
-¿Dónde está ubicado Dolavon geográficamente?
-Dolavon es una localidad de unos 1500, 2000 habitantes que está a 36
 km. de la ciudad de Trelew. Es un lugar donde básicamente la gente se 
dedica a las chacras y todo lo que sea cuidado de animales. Es un lugar 
chico y tranquilo, por ahora.
-¿Qué está pasando en la zona con cuestiones ligadas a la problemática de la explotación de fracking en nuestra región?
-Se instaló una planta de tratamiento de arenas. Comenzó por el 2014.
 Fue declarada como una cantera y por eso no necesitó de una audiencia 
pública, se hizo un llamado por internet donde cada uno podía presentar 
sus quejas por escrito y tenía 10 días hábiles. Ahora la planta va por 
la cuarta ampliación, solamente hacían el procesamiento y ahora hacen el
 lavado y el embolsado.
En la última ampliación agregaron lavado de camiones y un acueducto 
con más perforaciones para extraer agua. Fue creciendo mucho en muy poco
 tiempo. Como siempre, esto es una promesa de crecimiento para los 
vecinos pero la realidad es que muy poca gente del pueblo trabaja en la 
planta actualmente. Con todas las ampliaciones, entre 12 y 15 personas 
solamente del pueblo trabajan en la planta de arena. La promesa de 
trabajo no se ha podido cumplir.
-¿Cuál es la relación de la arena con el fracking?
– Para lo que se utiliza la arena es para la fractura hidráulica que 
es el procedimiento para extraer de la roca lo que queda de petróleo. La
 arena lo que hace es mantener las aperturas de las rocas abiertas para 
que se pueda extraer el petróleo junto con litros y litros de agua y 
tóxicos que se utilizan para el fracking. Acá hacen diferentes tipos de 
calidad de arena que se utiliza para diferentes cosas. La más finita es 
la que se lleva para el fracking en Vaca Muerta. Últimamente ha habido 
varios problemas con los sindicatos con el tema de los camiones y por 
eso está parada la planta de arena.
-¿Cómo afecta esta separación de la arena a las y los pobladores de la región y específicamente a los trabajadores?
-Nosotros desde la Asamblea hemos estado participando activamente en 
las presentaciones del Ministerio y de la empresa sobre los estudios de 
impacto ambiental. Como siempre estos estudios de impacto están a cargo 
de una persona que paga la empresa, no hay un veedor ni alguien que sea 
imparcial en los exámenes que se hacen.
Nuestro planteo, respecto de los trabajadores fue sobre qué estudios 
médicos han hecho en ellos y si utilizan las protecciones necesarias. 
Nos los dejaron ver y nos dijeron que estos trabajadores no tienen 
estudios pulmonares previos, por lo cual no podemos saber si tiene 
impacto o no.  Por parte del pueblo está siempre la intranquilidad 
porque sabemos que estas partículas se dispersan en el aire.
El Ministerio le pidió a la empresa que pongan unas máquinas de 
monitoreo. Esas máquinas están instaladas desde el 2015 en dos lugares 
del pueblo y eso mide las partículas que podrían llegar a afectarnos a 
nosotros. Durante estos tres años la planta estuvo mostrando esos 
resultados bastante irrisorios. Lo planteamos en las múltiples idas y 
venidas que hemos tenido y efectivamente, en julio, el Ministerio le 
envía una nota a la empresa diciendo que esos resultados no tenían una 
base. Efectivamente la empresa contesta que las máquinas estaban mal 
calibradas, no hay un estudio real del impacto.
Durante tres años estuvimos creyendo que esto no hacía nada y que no 
volaban partículas y tres años después el Ministerio se dio cuenta que 
eso no era verdad. Es muy triste. Vamos a ver si a partir de ahora 
empiezan a medir lo que realmente es. Puedo decir que en el Hospital de 
Dolavon desde el inicio en el 2015 hasta hoy, las consultas son por 
casos de bronquiolitis, bronquitis obstructivas y cuadros respiratorios 
aumentaron casi al doble.
Hay otros profesionales que trabajan en el ámbito privado que también
 han manifestado públicamente que los casos de alergias en piel, ojos y 
cara y cuadros respiratorios aumentaron un 150%. En estos pocos años 
tenemos repercusiones y estamos a 1500 metros. Hay una comunidad 
aborigen que está solamente a 150 metros. Ya podemos decir que hay un 
impacto en la población. No tenemos casos de silicosis que es la 
patología que producen estas partículas pequeñas de sílice, pero es una 
patología crónica y la vamos a poder ver recién dentro de unos 15 años.
-¿Cómo hacen como Asamblea para concientizar sobre esta problemática?
-Tratamos de proponer diferentes actividades o charlas dentro de las 
escuelas, principalmente en los secundarios. Acá hay una escuela 
primaria y dos escuelas secundarias y en una de ellas tenemos 
posibilidades de participar activamente. Los chicos han hecho trabajos 
anuales, no sólo de las arenas sino también de megaminería. Por suerte 
tenemos llegada, los niños y los adolescentes son los que pueden generar
 más impacto el día de mañana y son los que más van a sufrir todas las 
consecuencias de esto. No es una cuestión que se pongan de un lado o de 
otro, sino que al menos les pique la chispita de buscar e informarse, 
poder participar y organizar cosas entre ellos.
La única manera de generar cambios es involucrándose y participando. A
 mí, particularmente por mi trabajo me preocupa la salud y me preocupan 
estas cosas que se están produciendo. Dentro de las arenas se utiliza 
poliacrilamida y eso, si queda al sol, puede producir un tóxico que se 
llama acrilamida que es altamente neurotóxico. Si llega a las napas y 
contamina el agua, estamos todos contaminados.
Por Fabián Agosta y Julia Biagioli
Equipo de Comunicación Popular Colectivo Al Margen 

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