Por Carlos del Frade
Martes, 27 de Noviembre de 2012 09:38
(APe).-
La Plata es la ciudad universitaria de la Argentina.
Hay muchas más, pero su historia, su impronta en la crónica social y política del país le han dado con justicia ese mote.
Es la sede del gobierno de la provincia de Buenos Aires, el primer estado del país y la geografía que hasta la década del noventa también era sinónimo de cordones industriales poderosos y que generaban inclusión social.
La Plata también fue, alguna vez, la ciudad de los niños.
Esas tradiciones todavía pesan en la vida cotidiana de los platenses, siempre preocupados por los vaivenes futboleros de pinchas y triperos.
Pero como sucede en otras latitudes argentinas, el vendaval de saqueo estructural de los años noventa no fue reemplazado por algo mejor.
No hubo reparación de aquel tejido económico, social y cultural que daban sentido a la ciudad de los niños y la universitaria.
El trabajo, el nervio de aquella sociedad platense de los años setenta, sigue siendo algo precario, vinculado al presente y en muy pocos casos, al futuro. Hace rato que la estabilidad laboral solamente forma parte de los empleados estatales.
De tal forma, es difícil imaginar el presente y mucho menos el mañana de las hijas y los hijos de mayorías precarizadas.
“Quiso robar en el centro y cayó: tiene 8 años”, dice el título del diario