Hace
 ya algún tiempo que se viene hablando del terrorismo en nuestra región.
 Esta palabra en los titulares hace rápidamente de “llamador” y las 
notas que encabezan, se reproducen a gran velocidad. Es que nadie quiere
 “terrorismo” cerca de sí. 
Nuestra
 región ha sufrido actos de terrorismo y muchos ni se han preocupado 
porque el tratamiento político que se le ha dado ha sido otro. El 
asesinato mafioso, la malversación o desvío de fondos públicos, la 
utilización de la función pública para sembrar la idea de terror con 
fines políticos, son actos de terrorismo. Así lo define la Real Academia
 de la Lengua Española:
1. m. Dominación por el terror.
2. m. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror.
3.
 m. Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por 
lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines 
políticos.
(Real Academia Española © Todos los derechos reservados)
Cuando
 este terrorismo se ejerce por parte de un gobierno o de personas que 
(legal o ilegalmente) ocupan los puestos de gobierno y las funciones 
públicas, de manera sistemática y organizada, se lo define como 
“Terrorismo de estado”.
En
 San Carlos de Bariloche, desapareció un agente policial y se sabe que 
la policía está implicada en el ya confirmado asesinato de Lucas Muñoz. 
 ¿Quién asesina a un policía? Si fue la misma policía y se habla de que 
el agente en cuestión investigaba un caso de trata en el que estaría 
implicado el hijo de un comisario, pero el gobierno decide “separar” de 
sus cargos a cuatro altos jefes de la institución y no sólo a uno, 
¿estamos hablando de crimen organizado? “Según
 se supo de fuentes extraoficiales, los desplazados son el segundo jefe 
de la Unidad Regional, comisario inspector Manuel Poblete, el jefe de 
Seguridad Zona Andina, David Paz, y dos subcomisarios cuyos nombres no 
trascendieron.”( http://www.rionegro.com.ar/bariloche/desplazan-a-cuatro- jefes-policiales-de-bariloche-por-el-caso-munoz-MK862385).
¿Qué
  mensaje quieren dar quienes asesinaron a Lucas Muñoz?, ¿fué un 
acallamiento o una advertencia mafiosa?. En la misma línea podemos 
ubicar al  descuartizamiento del perro de la doctora que revisó al 
genocida Etchecolatz. Esta médica negó un estado de salud comprometido 
del prisionero, que hubiese permitido la prisión domiciliaria y luego de
 esto recibió este mensaje.
Nos
 preguntamos, entonces,  por qué ante todos estos hechos no se habla de 
terrorismo. Ya hubo en nuestra localidad un médico forense policial 
muerto, un ciudadano asesinado en la comisaría local, otro policía 
acribillado por policías.
 ¿No es la policía de Río Negro una mafia organizada que ejerce el 
terrorismo de Estado?. El intendente habló de terrorismo cuando 
aparecieron las dos máquinas incendiadas, pero decide no hacer 
expresiones públicas de repudio ante lo que sucede con su policía. 
La intencionalidad de estos actos u omisiones, es sin dudas política. Y lamentablemente difícilmente “corregible”.
Nada
 menos que el presidente de la Nación incurrió en actos bárbaros, sea 
por incultura, insensibilidad o por complicidad con la parte; en las 
últimas y conocidas declaraciones sobre el terrorismo de estado y el 
genocidio perpetrado por la última dictadura cívico militar.  “No 
aclares que oscurece” dice el conocido dicho y parece que el Ministro de
 Derechos Humanos de la Nación no lo conoce, porque recientemente se 
publicaron en el Diario La Nación sus dichos: “"Metimos
 la pata", murmuraba, resignado, un funcionario en los pasillos de la 
Casa Rosada. "Estuvo mal preparado o nos confiamos demasiado", agregaba,
 teniendo en mente el reportaje que el presidente Mauricio Macri dio 
anteayer al portal BuzzFeed”.(http://www.lanacion.com.ar/1927394-el-gobierno-corrigio-a-macri-y-repudio-el-terrorismo-de-estado).
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| Autoatentados que "habilitan" el terrorismo de estado. | 
Entonces,
 la reflexión se vuelve necesaria, un gobierno municipal, provincial o 
nacional que no puede despegarse política e institucionalmente de un 
hecho delictivo organizado y en el que participaron funcionarios 
públicos, ¿no se mezcla con el  terrorismo? ¿hemos escuchado a 
intendentes o gobernadores repudiar los dichos presidenciales? ¿es que 
no lo consideran necesario? Cuando el intendente habla de terrorismo, 
conociendo que la fuerza policial está corrupta y cuyos efectivos son 
capaces de asesinar como en la mafia, a propios y ajenos (no sólo Lucas 
Muñoz, recordemos hace no mucho al agente Mauricio Cornejo asesinado por
 una banda de policías mientras intentaban un robo al supermercado Todo 
en nuestra localidad), ¿no es responsable de una intencionada maniobra 
de desvío de la opinión pública? ¿No corresponde que se haga cargo en 
primer lugar, en todo caso, de apuntar a los responsables políticos de 
esa fuerza, es decir al gobernador? ¿Es que el gobierno desconoce lo que
 hacen y son las fuerzas públicas? ¿No es esto gravísimo? ¿Cuál es la 
reacción pública frente a estos hechos de los  “Consejos de seguridad”?,
 ¿no debieran tener en cuenta que llamar a “más fuerza policial estaría 
siendo llamar a más mafia instalada en la región?. Está claro que, que 
haya algunos agentes corruptos no puede implicar a toda la fuerza, pero 
si nadie logra separar a los corruptos y terroristas de los que no lo 
son, ya no es una generalización, sino un hecho. Que los altísimos 
grados de corrupción en el gobierno sean una constante, no debieran ser 
algo que justifique la naturalización de miradas políticas 
inconstitucionales. ¿Por qué  pretenden hacernos creer que nuestro 
enemigo es el que está  al lado, el pueblo oprimido, y no los que tienen
 el  monopolio de la fuerza y hacen ejercicio ilegal de ella?.
Es
 curioso, no pudimos encontrar la definición de "Terrorismo de Estado" 
por la Real Academia Española. ¿Será que hay ciertos significados que es
 mejor ni mostrarlos? Será por eso también que hay ciertos artículos de 
la Constitución Nacional, como el 36 que no se usan casi nunca.  Existen
 otros Terrorismos de Estado, aunque no haya una dictadura, el  de las 
democracias aliadas al poder hegemónico y mediático que actúa 
organizadamente para imponer por la fuerza de la repetición y la mentira
 un sentido común funcional a sus intereses personales o corporativos; o
 el terrorismo legislativo y judicial, que constantemente falla de 
manera corporativa en contra de los intereses del pueblo.
 

 
 
