"VOMITANDO ESPERANZA"
El
 proyecto del capitalismo es mucho más amplio que un candidato o un 
gobierno. El poder hegemónico, usa gobiernos, candidatos y se camufla 
bien atrás de las caras visibles. Por eso, su mejor candidato es quien 
pueda mostrar la mejor cara de incapaz, decir las mayores barbaridades, 
pero responder al milímetro a lo que se le ordene. Sería imposible 
pensar que Macri sea capaz de pensar las movidas políticas que están 
detrás de sus actos de gobierno. No podría tener la mirada en su 
proyecto y en las estrategias que se plantean para “atender” las 
sospechas de quienes ya están a punto de sacarle su apoyo. Este es un gobierno claramente impopular, pero que “se las arregla” para ir diciendo lo que muchos esperan escuchar o haciendo lo que otros no podrían dejar de exigirle.
Ya
 sin ironía, el poder hegemónico vió en estos días volverse contra sí, 
un discurso cada vez más fuerte que habla de dictadura, de poderes 
unificados, o falta de división de poderes. La intervención del Partido 
Justicialista, fue demasiado; fue meterse contra parte de su apoyo 
fundamental. Un planteo que exalte el carácter “democrático” de los 
tiempos que vivimos, era fundamental. Un debate abierto y “franco” sobre
 el aborto, da muestras internacionales de la apertura de un gobierno de
 derecha, “pero que respeta las diferencias”, y permite las expresiones 
contrarias. Incluso, hará jugar la idea de que dentro del PRO, hay quienes están de acuerdo con el aborto, como el bolsonés Sergio Wisky… Pero ¿está de acuerdo con el aborto? No. Lo que dice es incongruente. Tanto como los dichos
 de María Emilia Soria. Pero en todo este juego partidario, lo que queda
 nuevamente atrás, lejos de la vista, es que el poder hegemónico 
necesita un sistema que luzca abierto, igualitario, para poder 
sostenerse. Desde
 las operaciones políticas, como la que estamos viviendo en torno al 
tema del aborto; sumadas a un sinnúmero de discursos sin políticas 
públicas que los sostengan, sintiendo el ajuste día a día; observamos  el sometimiento constante de la clase trabajadora.
La
 representatividad está a un paso de ser destituida. No funciona en los 
sindicatos, que son las organizaciones de los y las trabajadoras, no 
funciona en los gobiernos, o al menos no funciona en el sentido de 
encontrar caminos que representen los intereses de las mayorías.
El
 proyecto del poder hegemónico, es claro. Quiere despojarnos de la 
tierra, los bienes comunes, y sin ningún cuidado, hacer lo que haya que 
hacer para generar la mayor ganancia. En el camino, correrá sangre, 
vidas, contaminación, esclavitud disfrazada, hambre, enfermedades… pero 
sólo del lado de los pobres. ¿Cómo es posible que no podamos dar vuelta 
todo esto? Es que no logramos pensar nuestro propio proyecto de mundo. 
No logramos darnos cuenta que las diferencias entre comunistas y 
anarquistas, entre trosquistas, marxistas, leninistas… son diferencias de formas, de egos, de historias, pero estamos
 tan lejos de entrar en contradicción, que si nos juntáramos sólo para 
el camino que tenemos que recorrer juntxs, nos daríamos cuenta de lo que
 ya sabemos: por cada garca somos miles del otro lado.
No
 necesitamos saber de qué color estarán pintadas las paredes de la casa 
para empezar a construir. La solidaridad es una herramienta fuerte. A 
cinco años de las desapariciones de Genaro y Cristian Calfullanca, es 
importante salir a la calle. Mostrarles que estamos juntos. Darnos 
cuenta que ellos no eran ni anarquistas, ni marxistas, ni trosquistas. Eran
 gente que sabía que lucharía por su tierra y no dejarían que se la 
quitara este poder hegemónico, que va tomando los rostros de mucha gente
 que conocemos en la comarca. Volver a discutir las estrategias de construcción. Volver a concientizarnos de qué lado estamos.
 Volver a recordar que si nos dominan es porque caemos en su juego. Y 
que con el Plan Colombia, han re agiornado todo su arsenal psicológico y
 mediático para mantenernos aisladxs, desunidxs, maniatadxs.
¿Somos
 capaces? ¿Cuáles son nuestras herramientas? ¿Qué ventajas tenemos a 
nuestro favor? ¿Es necesario pensar en términos capitalistas todas estas
 cuestiones, o podemos empezar a pensar que una oposición en otros 
términos es posible?
Si el desafío es nuestro, el yugo será de ellos, de quienes no entiendan las relaciones humanas sin explotadores ni explotados, basadas en vínculos de solidaridad, respeto y confianza.
 


 
 
