El Bolsón (ANPP).- EDITORIAL: JUSTICIA ENTRE COMILLAS
Dos hechos políticos, de orden jurídico, 
tuvieron su seudo final en los últimos tres días, pero llevan semanas 
siendo denunciados por distintos colectivos y organizaciones. Tras ambos fallos de la justicia, tanto en el primero como en el 
segundo, los acusados quedaron en libertad. Pero la justicia no funciona
 de la misma forma para todos, la justicia es sexista, patriarcal, 
castrense y muchos adjetivos más que la atraviesan y la deslegitiman; 
por lo menos a los ojos de unos cuantos, muchos más de los que creemos.
El
 primer hecho político se visibiliza a  partir de la consigna “libertad 
para Belén”. Belén (no es el nombre real) es mujer, una mujer que llegó a
 un hospital con dolores abdominales y tuvo allí un aborto espontáneo. 
Los médicos que la atienden, al igual que otras personas del sector que se hallaban ahí, acusan a Belén de abortar y dejar 
abandonado el feto en un baño del  mismo hospital. “En el expediente 
figura que la jefa de Parteras acudió por indicación del médico Martín, 
con la Guardia Policial del Avellaneda a los baños del hospital “a la 
búsqueda del producto que habría expulsado” Belén. En un baño –existen 
contradicciones acerca de en cuál de ellos, ya que hay varios–, 
encuentran un feto y automáticamente es nombrado por médicos, médicas, 
policías y operadores judiciales como “hijo” de Belén, sin que se haya 
realizado ningún estudio de ADN que corrobore el vínculo, hasta el día 
de hoy.”(  http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-297840-2016-04-26.html).
Belén
 es denunciada a la justicia, condenada a ocho años de prisión por 
homicidio agravado por el vinculo y alevosía. No se pudo constatar 
filiación con el feto que el medico y los enfermeros le adjudican, y 
como única prueba de su existencia  hay una foto, ya que del feto se 
deshicieron. Claramente, Belén fue acusada, denunciada, enjuiciada y 
condenada por ser pobre, por ser mujer, en una provincia donde las 
clases populares no gozan de los mismos derechos que otras clases. A 
nivel nacional, e incluso internacional, se movilizaron he hicieron suya
 esta causa muchas mujeres y organizaciones feministas, con la consigna 
“BELEN SOMOS TODAS”, se exigió su libertad, se exigió que se cumpla con 
la excarcelación que le fue negada.
En esa misma provincia, 
Tucumán, hace dos días se le concedió la prisión domiciliaria al cuarto 
represor en lo que va del año “De los 37 represores condenados por 
delitos de lesa humanidad en la llamada Megacausa Arsenales II de 
Tucumán, ya no queda ninguno en cárcel común. El último, Ariel Orlando 
Valdiviezo, recibió el beneficio de la prisión domiciliaria esta 
semana.”( http://www.politicargentina.com/notas/201608/16054-la-justicia-tucumana-concedio-prision-domiciliaria-al-cuarto-represor-en-lo-que-va-del-ano.html)
El
 segundo hecho político esta relacionado con el torturador y represor 
Etchecolatz, a quien el Tribunal Oral de La Plata le
 concedió la prisión domiciliaria en dos de las causas por las que se lo
 juzga, aunque seguirá preso, ya que el beneficio le fue negado, por un 
juez, en otro expediente (http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-307367-2016-08-20.html)
 Es sabido y comprobado el rol y la participación de Etchecolatz durante
 la dictadura de la década del 70, eso no se pone en duda en los 
juicios. Lo que subyace en esta concesión de prisión domiciliaria, no es
 la negación de su accionar, sino de algún modo el guiño por una parte 
del poder judicial que analiza el pasado y nuestra historia con una 
lente distinta a la propuesta por la última década, producto de la lucha
 de años y años de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, de HIJOS y otras 
cientos de organizaciones y miles de personas que se nuclearon alrededor
 de una idea “JUICIO Y CASTIGO A LOS CULPABLES” “CÁRCEL COMÚN PERPETUA Y
 EFECTIVA  A LOS GENOCIDAS”. La concesión de la domiciliaria, deja 
entrever también, la connivencia del poder judicial, nos referimos con 
esto, a que es sabidamente comprobado que muchos de los varones que 
ocupan distintos lugares o estamentos en el poder judicial, simpatizan (algunos más profundamente que otros) con ciertas normas y pautas de 
sociabilidad y convivencia que provienen de la ideología castrense.
Las
 leyes son las mismas, pero la Justicia, que es el poder que define y 
regula cómo esas leyes deben ser leídas y aplicadas, no es entonces para
 todos de la misma forma. Si así fuera, cómo es posible que una mujer 
que sufre un aborto en una dependencia pública sea acusada de homicidio y
 deba esperar presa lo que dure el juicio en su contra, mientras que un 
represor, torturador y genocida que sí fue condenado, no en una sino en 
varias causas, pueda cumplir lo que queda de su sentencia en su casa. A 
Belén le corresponde la cárcel, porque es mujer, porque abortó. A 
Etchecolatz, le corresponde la domiciliaria porque es viejo, pero sobre 
todo porque es militar, porque una parte de nuestra sociedad no juzga lo
 sucedido en el pasado como un genocidio del estado, sino como una 
“guerra sucia”.
Vamos a seguir luchando para que los Etchecolatz no salgan de la cárcel, y para que las Belén no entren nunca más en ellas. 
Está
 claro que si los casos de Otoño Uriarte y Guillermo "Coco" Garido, 
hubiesen contado con tal predisposición para poner tras las rejas a sus 
culpables, la cosa sería más difícil de plantear, pero también eran pobres. 
Entonces, una vez más, la realidad nos dice que la justicia no es justicia si el pueblo no está en la calle.
Vamos
 a seguir gritando y marchando hasta que el último genocida sea 
condenado y su sentencia sea efectiva, que se cumpla en la cárcel. Vamos
 a seguir exigiendo el derecho de las mujeres al aborto legal seguro y 
gratuito, porque Belén ahora está en libertad, pero no es libre, ¡vamos por la nulidad de su juicio con todas y todos en las calles!

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