(Radio Encuentro).- Entre la Coordinadora Feminista 8M de Chile y NiUnaMenos Argentina 
escribieron un  manifiesto que firman decenas de compañeras de América 
Latina
El 25 harán megáfono feminista en muchas ciudades en todo el país.
MANIFIESTO
Este 25N, Día Internacional de Lucha por la Erradicación de las 
Violencias contra las Mujeres, los feminismos latinoamericanos salimos a
 la calle contra el golpe en Bolivia y contra el terrorismo de Estado en
 Chile. La violencia sexual es violencia política. Decimos NO a la 
impunidad frente a los asesinatos. torturas, secuestros, desapariciones,
 abusos, vejaciones y violaciones. Esta violencia tiene la intención 
selectiva de desarticular la potencia de los feminismos y de los 
movimientos disidentes. La violencia sexual es violencia política contra
 quienes hacemos frente al neoliberalismo, su sistema de endeudamiento, 
obediencia y explotación, y experimentamos, inventamos o recuperamos 
formas de encontrarnos que encienden el deseo, y la necesidad de otra 
vida. .
Mientras nos levantamos en los territorios , los ejércitos han vuelto
 a las calles de América Latina. La cacería es evidente. Los gobiernos 
dan vía libre y amparo a las fuerzas de “seguridad”, habilitándolas a 
mutilar y violar con saña específica a mujeres y a cualquier identidad 
disidente de la heterosexualidad normativa, impuesta también a 
bastonazos. La policía, en tanto, dispara a los ojos de pueblos que han 
vuelto a levantar irreversiblemente la mirada. Los ejércitos y la 
policía militarizada en las calles, desde Bolivia a Haití, desde Chile a
 Ecuador, desde Wallmapu y por todo Abya Yala, abren las heridas no 
cicatrizadas del funesto y orquestado Plan Cóndor y de los terrorismos 
de Estado impuestos hace cuatro décadas en cada territorio de nuestra 
América. No perdonamos ni olvidamos ningún golpe. La impunidad actual es
 expresiva de la impunidad histórica de democracias que pactaron 
justicia en la medida de lo posible. Impunidad sobre la que se acordó la
 continuidad del régimen neoliberal impuesto a sangre y shock, y que ha 
garantizado la permanencia del terrorismo del Estado en los territorios.
Las feministas decimos NO al acuerdo que consagra la impunidad del 
gobierno asesino de Piñera. Exigimos su renuncia ya. Decimos NO al golpe
 de estado racista y fundamentalista en Bolivia que va detrás de la 
consolidación de un modelo extractivista transnacional asesino.
Hoy, con la narrativa de combatir el narcotráfico y de imponer la 
seguridad interior, también se militarizan nuestros barrios y nuestras 
calles. Consagrando las tropas a la Biblia, como cruzados medievales, 
apuntan contra las organizaciones horizontales de los territorios que 
defienden la tierra, el agua, el aire, las plantas y los animales como 
parte de una cosmovisión que consideran “superada”, pero que resulta 
subversiva para el neoliberalismo extractivista. El asesinato de 
lideresas territoriales, y especialmente de referentas de comunidades 
indígenas y afrodescendientes, no se detiene ni en Colombia ni en 
Nicaragua, ni en Chile, ni en Brasil. Somos también la tierra que 
quieren saquear, somos el agua que privatizan, y somos las plantas y 
animales que explotan y torturan. Somos nosotras contra la deuda, como 
dicen las feministas en Puerto Rico. Por eso gritamos desde todas las 
regiones de nuestro continente: ¡no somos sus recursos disponibles ni 
somos superficies dóciles de normalización! Denunciamos la alianza entre
 el extractivismo, el racismo y los fundamentalismos religiosos que nos 
disputan el control de nuestros cuerpos-territorios: ahí es donde se 
anuda el racismo con la avanzada neocolonial.
Mientras se agudiza la precarización de la vida, se recrudece la 
violencia machista que atraviesa las relaciones en que esa vida se 
sostiene y se renueva cada día. Los alfiles ideológicos de las derechas,
 las religiones nuevas y viejas, quieren volver a encerrarnos en 
nuestras casas, donde nos matan y nos explotan. La violencia sexual es 
violencia política, lo repetiremos hasta que nos oigan. La familia 
cerrada e idealizada que defienden las religiones como paradigmas del 
orden es muchas veces directamente nuestra tumba y tantas otras la finca
 de esclavas donde los estados capitalistas extraen de nuestro tiempo el
 valor de un trabajo no remunerado: los cuidados que damos, las redes 
que sostenemos, los servicios que proveemos; en fin: la reproducción de 
la vida. Esa familia cerrada con la autoridad paterna decadente y 
celebrada es el caldo de cultivo donde se cuecen los femicidios y el 
abuso sexual, donde se reproduce la violencia machista. Nos matan en 
nuestras casas e intentan convencernos de que el peligro está afuera, y 
que los milicos están para cuidarnos. Hoy, dentro y fuera del hogar, 
crece el peligro para nosotres.
Las revueltas y desobediencias plurinacionales que vivimos han 
descompuesto la normalidad neoliberal y las continuidades coloniales. La
 guerra se intensifica ahora contra toda rebeldía. Decimos NO al pacto 
de caballeros que nos endeuda, nos empobrece, nos excluye y nos quiere 
sumisas. Decimos NO a la intervención del FMI que nos hipoteca y modula 
nuestras formas de vida. Decimos NO a los pactos por arriba y a espaldas
 de los movimientos, que clausuran nuestras formas deliberativas y de 
decisión política. No queremos la falsa felicidad del consumo 
irrestricto sostenido en nuestra pobreza estructural y en nuestra 
imposibilidad de decisión. La violencia política sexual hoy nos quiere 
como botín de guerra. Pero estamos alerta, hemos tejido nuestros 
acuerdos y nuestras divergencias, lejos de dividirnos, nos fortalecen, 
porque sabemos que la política que hacemos no es vertical, porque no 
buscamos disciplinarnos sino abrir sentidos, pensar juntes y cambiarlo 
todo. Como decían las feministas chilenas en los 80: hoy, más que nunca,
 somos +.
Ahora que estamos juntes, nos acuerpamos para enfrentar este mundo 
que da terror. Para desarmarlo. Porque estamos para nosotres y nos mueve
 el deseo de una vida que valga la pena vivir
ADHIEREN: