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En la tarde de la segunda jornada del 10° Encuentro de Comunicación Comunitaria, alternativa y popular tuvo lugar la mesa debate “Los medios de comunicación y los derechos humanos de ayer y hoy”. Participaron Enrique Fuckman de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD); Angélica Urquiza, mamá de Jonathan “Kiki” Lezcano, asesinado junto a Ezequiel Blanco por la policía en 2009; María del Carmen Verdú de CORREPI, y Julio de HIJOS La Plata. Por RNMA
María del Carmen Verdú
La referente de la Coordinadora contra la Represión Policial e institucional (CORREPI) inició la mesa destacando el largo vínculo de su organización con la Red Nacional de Medios Alternativos, que a diferencia de los medios tradicionales están en cada oportunidad que los necesitan y en el trabajo cotidiano: “Quienes laburan en medios compañeros no lo hacen solo desde la difusión sino también en hechos concretos, como cuando se necesita”, y citó como caso puntual el de Walter Bulacio. Luego de muchos años de lucha, el juicio contra el comisario Miguel Ángel Espósito por la detención ilegal del joven se encuentra en instancia de alegatos.
Luego hizo un análisis de la forma en que las peleas cotidianas de CORREPI se reflejan en los medios de comunicación, haciendo hincapié en cómo se desarrollaron realmente los hechos y cómo los cuentan los distintos medios.
“La represión es una herramienta de ellos contra nosotros y por eso los medios la defienden”, afirmó Verdú y mencionó como dispositivos más visibles para el control social el gatillo fácil, el sistema carcelario y las torturas en comisarías. También se refirió a otras formas menos visibles, cuyo objetivo es la captación de consenso. En este sentido, habló de las campañas de la “ley y el orden” que estallan en los medios ante ciertos momentos de crisis social y que buscan legitimar y generar consenso sobre las distintas formas de represión.
Verdú recordó la tapa del diario Clarín del 4 de noviembre, un día después del asalto a un banco Credicoop del barrio porteño de Saavedra en el que fue asesinado el cabo Ernesto Ayala, como una fecha paradigmática para discutir la noción de inseguridad y el discurso de los grandes medios para legitimar políticas de “mano dura”. Ese día, Clarín tituló “Asalto a sangre y fuego en Saavedra” inaugurando el comienzo de la instalación mediática de un clima enrarecido de “inseguridad”, en el cual se condensarían los temores por delitos contra la propiedad. El Cabo Ayala fue tomado por la Policía como un símbolo, y esto replicado una y otra vez por los medios, pero lo que nunca se difundió fue el hecho de que uno de los ladrones del banco, quien disparó contra Ayala, era un policía también, que lo ultimó para que no lo reconociera.