Hace
 muchos años, cuando Chávez comenzó a escribir su discurso 
antimperialista, muchos nos preguntamos hasta dónde era cierto y hasta 
dónde llegaría. Hace ya más de veinte años que la revolución avanza. Y 
sí, avanza. A las revoluciones, no se llega. La revolución no es un 
estado determinado, es justamente lo contrario. Es un estar cambiando. 
Es un estar transformando. Pasa que, desde un cierto momento, empezamos a
 llamar a un proceso como revolucionario y no en cualquier momento. Ese 
momento es en el que el poder es tomado por quienes, con el apoyo 
popular, empiezan a posicionarse en contra del poder hegemónico y 
burgués, y para esto comienzan a realizar transformaciones estructurales
 en las políticas internas. ¿Cuáles son las mejores o las más 
prioritarias? Eso es algo que queda en manos de cada grupo 
revolucionario, y es lo que lleva a que muchos otros grupos ( que aunque
 militan por el mismo fin) empiecen a ser críticos del proceso o de las 
personas que conducen el proceso. 
Lo que ocurre en
 Venezuela, al igual que en Cuba, es que quienes son críticos de la 
conducción, tienen claro que quienes están tomando las decisiones, lo 
hacen con la mejor de las intenciones. Entonces, como dicen los cubanos,
 " sí le preguntas a un cubano qué piensa del gobierno cubano va a 
criticarlo durante dos horas, pero no va a dudar en salir a la calle a 
apoyarlo como referente de un proceso revolucionario que quiere seguir 
sosteniendo". 
Es que para que se pueda llevar 
adelante un proceso revolucionario, hace falta un pueblo capaz de 
comprender, tomar distancia, analizar y tomar postura, de un proceso u 
otro. Eso es un pueblo conciente. Las revoluciones no se hacen como en 
las democracias burguesas, donde un dirigente dice qué y todos acatan 
sin pensar. 
Por eso, los procesos revolucionarios 
se mantienen sólo armando al pueblo. Y esto significa que el pueblo 
tiene el poder de sostener o derrocar. De permitir o repeler una 
invasión. Es el pueblo quien decide el rumbo. 
Por 
estos días hemos tenido que soportar una de las campañas mediáticas más 
intensas de los últimos tiempos. Una campaña que abarca, no sólo a los 
medios burgueses o que responden al poder hegemónico de cada país, sino 
de toda la región. De esta región que viene siendo ocupada 
ilegitimamente por la derecha fascista comandada por Estados Unidos. 
Igual que en los setenta, con las dictaduras, pero ahora en pseudo 
democracias, en las que por decretos de necesidad y urgencia o con el 
aval del sistema judicial, se encarcela a opositores y se definen todas 
las medidas antipopulares que necesita el capital internacional para 
saquearnos. 
Venezuela es ejemplo de dignidad. 
Lucha en la calle, como este miércoles en qué cientos de miles salieron a
 la calle a defender al proceso revolucionario. 
Y 
aunque la estrategia del imperio yankee ya está en marcha y tiene planes
 de deslegitimar al gobierno que fue electo en votaciones observadas 
internacionalmente, y en las que se eligió a Maduro como presidente por 
un nuevo período, montando una farsa de nuevas elecciones con candidatos
 supuestamente chavistas que sirvan para legitimarlas, hoy no han 
podido. No han podido porque la decisión del pueblo es clara. Apoya a 
Maduro. Y aunque la orquesta de medios serviles al imperialismo muestre 
descontento en la población, nada de eso realmente es lo que muestran. 
Sólo intentan dar legitimidad a la siguiente estrategia, que es una 
posible invasión con tropas disfrazadas de venezolanos, pero entrenadas y
 dirigidas por Yankees. 
Una estrategia gringa que 
cuenta con la participación de sus cipayos del grupo Lima, lamebotas del
 patrón del norte. Del grupo Lima y de varios políticos que creen que si
 no expresan su aval al golpista Guaidós, no tendrán apoyo del imperio 
en sus próximas campañas electorales. Una acción que los desmarca y los 
punta de cuerpo entero. Están dispuestos a hacer lo que les digan. 
Massa, Pichetto, Urtubey, y una sarta de títeres peligrosos. 
Pero
 la cosa no es tan simple. Estados unidos quiere Venezuela porque la 
única forma de sostener su poderío, es aumentando poder. Pero algunas 
potencias clave como China y Rusia, no están dispuestos a seguir jugando
 el juego de EEUU. 
Y no sólo China y Rusia. 
También una amplísima mayoría de países del mundo que no son tan 
imberbes como para apoyar un golpe de estado que no tiene futuro. 
Y
 cada apoyo cuenta. Por eso desde nuestra Agrupación, repudiamos la 
actitud autoritaria, antidemocrática y antipopular de nuestro 
presidente, Mauricio Macri, que reconoció a un golpista antipopular como
 legítimo gobierno de un pueblo hermano. Repudiamos el intervencionismo 
yankee, que al igual que en nuestro país, mete sus garras para generar 
dolor y empobrecimiento a nuestros pueblos. 
Repudiamos
 a la prensa cipaya, que responde a intereses de empresas y del poder 
hegemónico. Repudiamos la indiferencia de quienes, sabiendo que esto 
ocurre, no expresan su opinión. 
Apoyamos el 
proceso revolucionario de Venezuela, a Maduro y al pueblo Venezolano. 
Pueblo que lucha, se organiza y se forma para seguir revolucionándose. 
Pueblo que entiende que Revolución es un camino, que siempre será 
perfectible, y que se compromete a seguir transformando. 
Pueblo de Venezuela, desde este sur patagónico, ¡nuestro abrazo hermano!
 
