En estos días, entre el 20 y 24 de junio; muchos pueblos, comunidades y organizaciones indígenas estarán celebrando la vuelta del sol. Justamente este acontecimiento astronómico da inicio a un nuevo ciclo de vida en el hemisferio sur. Es un momento donde todo muere para volver a nacer, un tiempo para renovar fuerzas con la vida, el pensamiento y el corazón. Actuando, pensando y sintiendo en una misma dirección.
¿Qué
nos pasa a la gente del Abya Yala? ¿Cuándo terminará el ensueño, el letargo en
que estamos sumidos desde la violenta y feroz conquista de este
territorio?
Nuestro
continente, nuestras tradiciones
culturales, nuestra manera de entender el mundo no es propia. Necesitamos descolonizarnos, separar la paja del trigo. Ver
qué partes del pensamiento crítico europeo nos sirven y cuáles no, tenemos que
enraizarnos.
En
esta tierra los pueblos indígenas son uno de los núcleos de la descolonización. Hay en
sus memorias ancestrales algunas claves para romper el Imperialismo cultural
que vivimos y reproducimos desde hace más de quinientos años.
Estas
memorias, nos dicen que la tierra es la que sirviendo sostiene, la que
floreciendo da frutos; entonces se hace necesario cuidarla, algo fundamental
para el habitar o estar en un lugar. En esta cosmovisión la tierra es una
deidad, es quién cuidará de nosotros, es la Madre Tierra, Pachamama, Ñuke Mapu.
El
pensamiento americano no es conocimiento intelectual, no se trata de un
conocimiento enciclopedista, sino que está apoyado en un saber popular. Los
ancianos son los que transmiten las sabidurías, generando un ciclo de
pensamiento. Todo es circular, también el tiempo. El sol se aleja, hasta el
final del otoño; comienza a regresar a “tranco de gallo” en estos días y es
importante celebrarlo. Porque entendiendo este hecho, reafirmamos nuestra condición
de habitantes del sur en conexión con la naturaleza, la acompañamos y somos parte de ella. Recuperamos
esos cinco siglos de rebeldía que lograron llegar hasta nuestros días. Reafirmamos
nuestro vínculo con la tierra.
Hoy estamos
atrapados por la Hidra Capitalista, en medio
de una tormenta muy fuerte y no estamos pudiendo ver nuestra propia fuerza.
Necesitamos descolonizar nuestro pensamiento, generando un saber situado, que nos empodere. Que
rompa las relaciones hegemónicas de poder y de género, que transforme el
derecho de propiedad individual hacia
una forma solidaria, comunitaria; que nos permita autodeterminarnos como
pueblo, decidiendo cómo queremos vivir.
Crear
el mundo que queremos es una forma mucho más sutil y poderosa de actuar, que
intentar destruir el mundo que no queremos.
Entonces,
más que nunca continuaremos naciendo y seguiremos reivindicando nuestro derecho
natural a tener un lugar bajo el sol.