Nadie parece dudar de la necesidad popular de organizarse, de moverse, de salir de la apatía que se siente con mucho peso en los hombros de quienes somos “inquietos e inquietas”. Vivimos tiempos que muchos consideramos más que suficientes como para que un levantamiento popular masivo se dé, y sin embargo no pasa nada. ¿Nada? Sí, algo pasa, como focos aislados surgen movimientos y luego dejamos de verlos. Hay levantamientos populares y pronto los olvidamos. ¿Qué es lo que hace que no podamos avanzar hacia la construcción de un futuro deseado? Por estos días ha surgido en la comarca una nueva organización, en la que nos hemos vuelto a encontrar muchos y muchas de las que ya nos hemos encontrado más de una vez. Sin embargo, volvemos a disiparnos en organizaciones y no logramos, en general, juntarnos más que para juntos oponernos a algo. Sabemos lo que no queremos, lo cual no es poco. Pero pareciera que no alcanza. Ésta sea tal vez la causa de nuestra imposibilidad de caminar juntos y juntas en forma sostenida.
Hacer un análisis de las experiencias, poder pensar qué cuestiones son las que nos diluyen y cuáles las que nos aglutinan, pero por sobre todas las cosas, pensar qué cosas no hemos pensado hasta ahora. Porque pareciera que damos vueltas sobre un mismo punto, y nos volvemos a cruzar siempre en las mismas situaciones, a veces logrando impedir lo que nos ha movilizado, y a veces, ni eso.
Salir de la resistencia para empezar a pensar qué queremos. Corrernos del lugar de oposición para ponernos a construir.
¿No podemos, acaso proponernos construir sistemas de huertas comunitarias para enfrentar la crisis? O crear nodos de trueque, pensando nuevas reglas que eviten lo que lo llevó a desaparecer cuando se mejoró un poco la economía. O armado de emprendimientos barriales productivos, tales como panaderías, talleres de fabricación de ropa, calzado, o grupos de construcción de viviendas económicas para los que no tienen un lugar digno para vivir.
Sin dudas, si se crearan estos espacios de construcción y organización popular, cuando un gobernante saliera a plantear alguna de esas barbaridades a las que solemos oponernos, no hará falta salir a explicarle nada a nadie.
Nadie que no tenga las cuestiones mínimas resueltas quiere oír recetas ni verdades de quienes se encuentran del otro lado de esa línea que marca la dignidad. No al menos cuando vienen a plantearse desde un lugar en el que por tocarles el bienestar personal es que se plantean las cuestiones sociales. Y sí, claro, esto implica sentirse identificado con el vecino o vecina, que no sólo le pondrán un aeropuerto cerca, sino también con su imposibilidad de resolver en forma individual la falta de agua potable, o de vivienda digna, o de transporte accesible, barato y adecuado a sus necesidades.
Trabajar el territorio, como lo hacen los políticos baratos, pero en serio. Generar organización para gestionar en forma conjunta la dignidad de todos, no desde un gobierno, sino desde la organización popular.
Hagamos que esta vez sea diferente. Construyamos una organización, solidaridad y dignidad para todos y todas. Que la lucha no se limite a una oposición.