El Gobernador
Martín Buzzi, a partir de su asunción, estuvo lanzado a cumplir una orden
presidencial indiscutible: abrir la provincia a la megaminería. Los esfuerzos
del mandatario, ayudado por el Intendente de Comodoro y otros Intendentes del
interior no encontraron mayores escollos en el plano político, pero sí lo
encontraron en la población. El rol fundamental que jugamos los medios de
comunicación, en la difusión de los entretelones y los conflictos, fue motivo
suficiente para cajonear el Marco Regulatorio Minero, para no desviar la opinión
pública en contra de los candidatos oficialistas, en el 2013.
Chubut, 14 de diciembre de 2012 (OPI
Chubut) – El gobierno de Chubut se ha metido en un problema del
que nadie o muy pocos le habían advertido. Solo la prensa libre y entre ella
nos incluimos, hemos podido predecir las implicancias negativas que tenía en la
ciudadanía una campaña tan abierta a favor de la megaminería, ocultando
intencionalmente, las serias complicaciones que produce la actividad,
constituyendo esa actitud, una suerte de complicidad institucional con las
empresas o al menos con la política nacional de “minería a cualquier
costo”.
Esta
avanzada sin límites que emprendió Buzzi para instalar la megaminería en Chubut
contó con varios elementos que, indudablemente, no fueron analizados en su
plenitud o bien fueron sobreestimados. Entre estos elementos encontramos una
fuerte cultura aniti-minera, nacida a la sombra de los andes en Esquel y
derramada en el resto de la provincia, alcanzando las costas atlánticas en los
últimos dos años, cuando la arremetida minera, arreció sobre la meseta central
sin pausa.