Bariloche (enestosdías).- La gestión municipal no sólo incumple la ordenanza de
interculturalidad, sino que además promociona el genocidio fundante del
Estado nacional.
El rectángulo es azul celeste y aunque pequeño, llama la atención al
contrastar con el gris de las lajas. La imagen sugiere una familia
estándar en actitud de relax, ante la indiscutible belleza del paisaje
barilochense, al que contemplan desde un banco. El cuadro se completa
con la silueta de un pájaro, que reposa sobre ramas de poco follaje. En
su ángulo superior izquierdo, el mensaje se torna confuso: ¿un vendedor
de globos al aire libre en Bariloche? ¿O es otro árbol en exceso
geométrico? No admite dudas el que encierra la denominación: Plaza
Expedicionarios al Desierto. Tampoco la autoría del homenaje simbólico:
Bariloche Municipio.
Semanas atrás, ese cartel no estaba donde está. Quiere decir que la
decisión de ubicarlo en el espacio más emblemático de la ciudad se tomó
recientemente, por el gobierno de Gustavo Gennuso. El intendente oriundo
de Azul –localidad fronteriza antes de la campaña de Roca- se apresta a
finalizar su primer mandato y encarará un segundo, luego de imponerse
en las elecciones con algo más de 22 mil votos. Gobierna un municipio
que en 2015 se reconoció intercultural aunque como puede apreciarse, no
entiende qué significa el concepto. Pero que le saque lustre a la vieja
denominación tiene más que ver con la provocación que con la ignorancia.
Para la mayoría de las y los barilochenses se trata simplemente del
Centro Cívico. Los sectores militantes afines a las reivindicaciones de
los derechos humanos intentan rebautizarlo como Plaza de los Pañuelos,
al cobrar vigor y estirarse en el tiempo la práctica de repintar los
emblemas que identifican a las Madres de Plaza de Mayo, en cercanías del
24 de marzo. En un esfuerzo por transmitir que el de 1976 no fue el
primer genocidio de la historia argentina, las organizaciones mapuches
activas completan: Plaza de los Pañuelos y los Cultrunes. Sin embargo,
en nombre oficial es el que perdura para Bariloche Municipio y que
seguramente festejan los sectores más reaccionarios de la ciudad.
Por Karla Ojeda
En los años 90, ya en plena democracia, la vida de las travestis-trans tenía como único sustento, como única opción, el trabajo sexual en la calles. Entonces éramos detenidas cuando salíamos a comprar el pan. Pasaba en los barrios, en el centro, en cualquier espacio público y más aún cuando estábamos paradas en una esquina por las noches. Éramos violentadas, coimeadas, abusadas, encarceladas y sufríamos condenas desde 7 hasta 30 días de arresto . Hasta que en el año 1998, escuchando a Nadia Echazú y Lohana Berkins entendimos que debíamos organizarnos, reclamar y llevar a acabo una lucha por nuestros derechos .
Nos acercamos al colectivo Arcoiris que por aquellos años era la única organización LGBT que existía en la ciudad de Rosario pero donde muchos de sus integrantes nos dieron la espalda y hasta dejaron de ser parte del mismo con el argumento de que las trans no debían juntarse con las lesbianas y los gays sino hacer algo aparte. Acusaban al colectivo de estar muy travestizado por nuestra presencia y no era así. Muchas cosas absurdas. Otres integrantes sí nos acompañaron y nos dieron un espacio, como les abogades Pedro Paradiso Sotile y Mariana Antonelli.
El mismo año, cansadas de todo lo que nos estaba pasando, decidimos hacer una denuncia pública a la comisaria 5ta, al comando de moralidad pública y a toda la policía.
Esa denuncia la hicimos colectivamente en radio, televisión y periódicos. A los dos días de haber echo la denuncia el jefe de la policía de la Unidad Regional II de ese momento, Benedicto de Matías, por los mismos medios declaró que las travestis-trans teníamos que ser desterradas junto a los drogadictos, los asesinos y a los malos policías. Por nuestra parte hicimos llegar las declaraciones al Ministerio de Seguridad de la Provincia de Santa Fe que destituyó del cargo al jefe y a otros policías más. Desde ese momento para todo el colectivo travesti la lucha ganada se transformó en un antes y después y la continuamos. En el año 2004 con el asesinato de Sandra Cabrera (militante por los derechos de las trabajadoras sexuales) ponen a la policía y sus prácticas en la mira de la sociedad y las detenciones cesan un poco, para nosotras fue un respiro. En 2010 finalmente llega la derogación de estos código de moralidad.
Ese mismo año se forma Comunidad Trans Rosario, la primera organización de travestis y trans que nos convocamos para militar juntas. Sus fundadoras fueron Michelle Mendoza, Miya Vargas, Celeste Castro, Alejandra González, Laly y tantas otras, con las que comenzamos a militar el matrimonio igualitario, ley de identidad de género, la fertilización asistida y ya en 2016 el cupo laboral trans de la ciudad de Rosario. Comunidad Trans tuvo una participación al comienzo del armado y luego la grosa de Miya Mendoza junto a organizaciones sociales lo llevan al recinto Concejo Municipal y se aprueba. Tengo que decir que estas leyes ganadas desde el 2010 hasta hoy son frutos de la lucha de muchas organizaciones pero también sé que el único gobierno que tuvo la decisión y la voluntad política para que sea posible fueron los peronista de Néstor y Cristina.
Así llegamos hasta hoy, donde el martes presentamos el cupo en la Universidad Nacional de Rosario que lleva el nombre de Alejandra González,que era una integrante de nuestra querida Comunidad Trans, una hermana, amiga, compañera que amábamos, quien tenía convicciones firmes, que desempeñaba su trabajo como no docente en la Facultad de Ciencias Bioquimicas y Farmacia. Ale fallece el año pasado formando una más de la lista espantosamente negra del promedio de vida de las compañera travestis y trans, ese promedio que es de 32 a 35 años.
El cupo fue creado por nosotras, las travas, y nos acompañaron el Ateneo John William Cooke, agrupaciones estudiantes como La Masotta, Febo Asoma, Oktubres más activistas independientes. Obviamente de la mano del nuevo Rector, Franco Bartolacci, y la Decana de la Facultad de Psicología, Soledad Cottone, que se comprometieron e hicieron todo lo posible para que esto sea una realidad. Históricamente la población travesti ha sido excluida, por eso la activación de este cupo donde compañeres van ingresar a trabajar va cambiar su forma de vida y van a poder proyectarse de otra manera. En definitiva, tener una vida mejor. Creemos que es una discriminación positiva transitoria pero necesaria, un avance en materia de derechos hasta que la sociedad y el Estado puedan emplear a compañeras naturalmente.
Son estas instituciones las que tienen que dar el ejemplo, por eso quiero festejar los ingresos a la UNR de las compañeras Morena Garcia en el Área de Internacionalización, de Laly en la Facultad de Psicología, de Jakie en el Área de Sexualidades y Diversidad y de quien escribe en el Área de Ciencia y Tecnología. Son espacios de gestión producto de la decisión de compañeres que creyeron en nosotres y que entendieron que la lucha es con las travestis adentro. Haber estado sentada en un salón principal de la sede del rectorado de la universidad hablando de cupo y de trabajo, tanto para mi como para mis compañeras, es un gran orgullo, de lucha colectiva y de años de militancia y activismo y sobretodo de amor. Porque como dijo Lohana Berkins el amor que nos negaron es el impulso para cambiar al mundo. Porque a la cárcel no volvemos nunca más.
Si una trava va a la universidad le cambia la vida pero si muchas travas van a la universidad cambia toda una sociedad.
En los años 90, ya en plena democracia, la vida de las travestis-trans tenía como único sustento, como única opción, el trabajo sexual en la calles. Entonces éramos detenidas cuando salíamos a comprar el pan. Pasaba en los barrios, en el centro, en cualquier espacio público y más aún cuando estábamos paradas en una esquina por las noches. Éramos violentadas, coimeadas, abusadas, encarceladas y sufríamos condenas desde 7 hasta 30 días de arresto . Hasta que en el año 1998, escuchando a Nadia Echazú y Lohana Berkins entendimos que debíamos organizarnos, reclamar y llevar a acabo una lucha por nuestros derechos .
Nos acercamos al colectivo Arcoiris que por aquellos años era la única organización LGBT que existía en la ciudad de Rosario pero donde muchos de sus integrantes nos dieron la espalda y hasta dejaron de ser parte del mismo con el argumento de que las trans no debían juntarse con las lesbianas y los gays sino hacer algo aparte. Acusaban al colectivo de estar muy travestizado por nuestra presencia y no era así. Muchas cosas absurdas. Otres integrantes sí nos acompañaron y nos dieron un espacio, como les abogades Pedro Paradiso Sotile y Mariana Antonelli.
El mismo año, cansadas de todo lo que nos estaba pasando, decidimos hacer una denuncia pública a la comisaria 5ta, al comando de moralidad pública y a toda la policía.
Esa denuncia la hicimos colectivamente en radio, televisión y periódicos. A los dos días de haber echo la denuncia el jefe de la policía de la Unidad Regional II de ese momento, Benedicto de Matías, por los mismos medios declaró que las travestis-trans teníamos que ser desterradas junto a los drogadictos, los asesinos y a los malos policías. Por nuestra parte hicimos llegar las declaraciones al Ministerio de Seguridad de la Provincia de Santa Fe que destituyó del cargo al jefe y a otros policías más. Desde ese momento para todo el colectivo travesti la lucha ganada se transformó en un antes y después y la continuamos. En el año 2004 con el asesinato de Sandra Cabrera (militante por los derechos de las trabajadoras sexuales) ponen a la policía y sus prácticas en la mira de la sociedad y las detenciones cesan un poco, para nosotras fue un respiro. En 2010 finalmente llega la derogación de estos código de moralidad.
Ese mismo año se forma Comunidad Trans Rosario, la primera organización de travestis y trans que nos convocamos para militar juntas. Sus fundadoras fueron Michelle Mendoza, Miya Vargas, Celeste Castro, Alejandra González, Laly y tantas otras, con las que comenzamos a militar el matrimonio igualitario, ley de identidad de género, la fertilización asistida y ya en 2016 el cupo laboral trans de la ciudad de Rosario. Comunidad Trans tuvo una participación al comienzo del armado y luego la grosa de Miya Mendoza junto a organizaciones sociales lo llevan al recinto Concejo Municipal y se aprueba. Tengo que decir que estas leyes ganadas desde el 2010 hasta hoy son frutos de la lucha de muchas organizaciones pero también sé que el único gobierno que tuvo la decisión y la voluntad política para que sea posible fueron los peronista de Néstor y Cristina.
Así llegamos hasta hoy, donde el martes presentamos el cupo en la Universidad Nacional de Rosario que lleva el nombre de Alejandra González,que era una integrante de nuestra querida Comunidad Trans, una hermana, amiga, compañera que amábamos, quien tenía convicciones firmes, que desempeñaba su trabajo como no docente en la Facultad de Ciencias Bioquimicas y Farmacia. Ale fallece el año pasado formando una más de la lista espantosamente negra del promedio de vida de las compañera travestis y trans, ese promedio que es de 32 a 35 años.
El cupo fue creado por nosotras, las travas, y nos acompañaron el Ateneo John William Cooke, agrupaciones estudiantes como La Masotta, Febo Asoma, Oktubres más activistas independientes. Obviamente de la mano del nuevo Rector, Franco Bartolacci, y la Decana de la Facultad de Psicología, Soledad Cottone, que se comprometieron e hicieron todo lo posible para que esto sea una realidad. Históricamente la población travesti ha sido excluida, por eso la activación de este cupo donde compañeres van ingresar a trabajar va cambiar su forma de vida y van a poder proyectarse de otra manera. En definitiva, tener una vida mejor. Creemos que es una discriminación positiva transitoria pero necesaria, un avance en materia de derechos hasta que la sociedad y el Estado puedan emplear a compañeras naturalmente.
Son estas instituciones las que tienen que dar el ejemplo, por eso quiero festejar los ingresos a la UNR de las compañeras Morena Garcia en el Área de Internacionalización, de Laly en la Facultad de Psicología, de Jakie en el Área de Sexualidades y Diversidad y de quien escribe en el Área de Ciencia y Tecnología. Son espacios de gestión producto de la decisión de compañeres que creyeron en nosotres y que entendieron que la lucha es con las travestis adentro. Haber estado sentada en un salón principal de la sede del rectorado de la universidad hablando de cupo y de trabajo, tanto para mi como para mis compañeras, es un gran orgullo, de lucha colectiva y de años de militancia y activismo y sobretodo de amor. Porque como dijo Lohana Berkins el amor que nos negaron es el impulso para cambiar al mundo. Porque a la cárcel no volvemos nunca más.
Si una trava va a la universidad le cambia la vida pero si muchas travas van a la universidad cambia toda una sociedad.