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lunes, 18 de diciembre de 2017

EDITORIAL: "ERA OBVIO QUE EL GATO VENÍA CON BOTAS"

El Bolsón (ANPP).- Editorial de la Agrupación Rojinegra:
"Era obvio que el gato venía con botas"

La despolitización del conflicto. 

Es miércoles 13 de noviembre. Una comisión de la cámara de diputados se reúne para tratar el proyecto de la reforma previsional y laboral, entre otras cosas que plantea la ley que tienen intención de votar. En la calle, diputados que no forman parte de la comisión marchan junto a miles de personas denunciando la inconstitucionalidad de la futura ley. No están solxs en la calle, está también inundada de policías y gendarmes, que reprimen y cazan a diestra y siniestra. Los medios masivos de comunicación invisibilizan el conflicto, las voces oficiales que gobiernan hablan de partidos políticos opositores y de "los violentos" de siempre. El problema no es la futura ley, son los revoltosos que no nos dejan progresar... 

Es jueves 14 de noviembre. La cámara de diputados va a sesionar, la intención es aprobar la ley. Adentro muchos diputados no suben a la cámara, la intención es no dar quorum y que la sesión fracase. Afuera se congregan 300.000 personas para manifestar su disconformidad. Mientras adentro los diputados pelean, gritan y algunos incluso se van a las manos, afuera la gendarmería, la policía, prefectura y demás, cazan gente como si fuera una guerra, recorren las calles en sus motocicletas y a pie, rastrillando el territorio, cercando calles y mojando con un hidrante que mancha de amarillo aquello que alcanza. La cámara es una batalla político partidaria, la calle una represión brutal. Pero en la calle, quienes son cazados y perseguidos hasta el cansancio, no son el ejército "enemigo", es el pueblo, son los jubilados, los maestros, los fabriles, los desclazados; en síntesis la clase trabajadora. 
Los grandes medios invisibilizan lo que sucede en la calle y muestran a cuenta gotas lo que sucede en la cámara de diputados, mechando con entrevistas sueltas que les hacen a algunas figuras del gobierno actual. Las redes sociales explotan de imágenes, los medios comunitarios y alternativos levantan a cada instante lo que la tele no muestra, la calle donde el pueblo es cazado como conejos en una salida al campo de fin de semana. 
De la ley poco y nada se escucha. Y el afuera, la violencia, ya era imposible de esconder, los grandes medios no podían no mencionarlo y Clarin titula un tweet "siguen los accidentes en el exterior del congreso". Un error de tipeo, una placa que dura  minutos. Un productor que en lugar de corregir "accidentes" por "incidentes" lo deja ser, se ha exacerbado en su rol confundidos. Igual se está agotando el tiempo, algo hay que decir, la APDH exige la renuncia de la ministra, la calle es síntoma del descontento y de la violencia del Estado como única respuesta... 

Y entonces sucede. Aparece en escena una chica que pasa en su motito por la calle y es Tropellada por una formación de gendarmes, que luego de tirarla al piso, la rodean, la levantan, forcejean, la manosean, se agrupan de a decenas y la meten en un furgón de la policía, mientras ella grita desesperada, un grito que suena desgarrador en el medio de una calle ya casi vacía, donde sólo corren algunos manifestantes y periodistas. Y el mundo se detiene para ella y para las cámaras. Allí está, esa es la noticia, la chica que vuelve del trabajo por la calle, que camina entre tanta violencia y es llevada a la rastra por gendarmes "sin haber hecho nada". Ya no vemos más jubilados llorando, apoyados en palos como bastón, ya no hay más imágenes de estudiantes perseguidos por hacer valer los derechos adquiridos de los viejos abuelos, ya no más trabajadores con banderas que siguen cantando consignas mientras intentan refugiarse de los gendarmes y la policía. Nada, la imagen se congela y sólo se escuchan los gritos de Damiana. Ese es su nombre, el único que conoceremos de los cientos de miles de nombres que pusieron el cuerpo esa tarde del jueves 14. 

Lo que le pasó a Damiana no debe sucederle a nadie, esté o no involucrado en un conflicto, es el Estado quien no debe reprimir la protesta social, porque protestar y manifestarse es un derecho. 

Ahí está el video, reenviado miles de veces por célulares, compartido miles de veces por las redes sociales, reproducido durante horas por la televisión. Ya no hay conflicto, ya no hay manifestación contra una ley que viola derechos adquiridos, sólo la historia de una chica que pasaba y fue reprimida. Eso es despolitizar el conflicto y personalizarlo. De esto puede traducirse algo muy peligroso: "ella no estaba haciendo nada, el resto se lo merecía"... 

Hoy es lunes 18, va a volver a sesionar la cámara. Nos volveremos a encontrar en la calle, porque esta ley viola derechos, pero sobre todo, y quizás lo más importante, porque el Estado no es un ente abstracto, el Estado somos todos y eso se defiende, cueste lo que cueste.