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lunes, 6 de junio de 2016

EDITORIAL DE ANPP

El Bolsón (ANPP).-NI UNA MENOS NI UNO MÁS.

En los últimos días dos sucesos nos atraviesan profundamente, la marcha nacional “NI UNA MENOS” y el Decreto presidencial 721/2016, que les devuelve a las Fuerzas Armadas la autonomía en la organización y dirección, y garantiza a los militares definir sobre ascensos, traslados y designaciones (entre otras cosas que implica este decreto), algo que les había sido negado desde el año 1984, por una disposición del ex presidente Raúl Alfonsín.

¿Qué es lo que ambos hechos tienen en común? Comparten una estructura, desde extremos opuestos. NI UNA MENOS lucha contra lo que se intenta reimponer con el decreto presidencial, ideas sobre orden, jerarquías, relaciones de poder, arraigadas muy profundamente en nuestra cultura e idiosincrasia y que se reproducen día a día en forma más o menos invisible. Es el mismo imaginario de “ser nacional” que desarrolló la generación del 80 y que Sarmiento supo imponer, con su proyecto educativo, en las propuestas pedagógicas escolares, en los modos de aprendizaje y en las características de la enseñanza. Estas ideas son las bases para pensar la sociedad, el mandato sobre las relaciones dentro de ella y las formas de ser ciudadano,  cuestiones que hoy elegimos impugnar por arbitrarias y contrarias a las idea de poder elegir en igualdad de derechos.
La marcha “NI UNA MENOS” visibiliza la necesidad de fortalecer lo construido hasta ahora sobre la política de acabar con el Patriarcado como forma de organización social, donde es el varón el que tiene poder y la mujer quien acata. Estos estereotipos no deben impugnarse sólo en el marco de las “relaciones familiares”, sino que deben verse como producto de antiguas máximas y modelos sobre la idea de familia y cómo esta se organiza. Estas ideas sostienen, reproducen y legitiman prácticas cómplices de estereotipos, que denigran a las mujeres, su lugar en la sociedad y los modos de convivir.
No es menor el dato de la cantidad de personas que marcharon este 3 de junio, el número de ciudades que organizaron actividades y participaron con sus propias marchas. Esto visibiliza que no se grita sólo en Capital, se está gritando en pequeños pueblos, donde es más extrema la reproducción de estos modelos que cuestionamos y donde años y años de silencio fueron marcando la vida cotidiana de las personas. La idea de “no te metas”, “algo habrá hecho”, “mirá como se vestía”, “mira quiénes son las amigas”; como si estos imaginarios habilitaran a ser violada, golpeada o asesinada. Eso está acabando, las mujeres se están empoderando, pero no lo hacen solas, lo hacen apoyándose en redes de contención que muchas mujeres van formando y habitando, apoyadas en la construcción de nuevos imaginarios que permitan pensarse libres del yugo que impone el patriarcado.
El Decreto 721/2016 en sus artículos 3° y 4° delega en el Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas y en los Jefes de los Estados Mayores Generales de las Fuerzas Armadas la facultad de “Designación del personal militar retirado para funciones docentes en el marco del Estatuto para el Personal Docente Civil de las Fuerzas Armadas, en los institutos y cursos de formación conjuntos”. Esto implica que los antecedentes de los militares que antes eran controlados por Áreas de Derechos Humanos de la nación no lo serán más. En ninguna parte del decreto dice que no se harán más estos controles, pero tampoco explicita que deberán ser hechos... Más allá de los sentidos obvios que implican estos controles sobre la participación de militares en torturas, secuestros y otros durante las dictaduras militares (hablamos aquí en plural ya que no son pocos los militares que estuvieron implicados, de distintas formas, en los golpes de estado) estos controles también dan cuenta de participación en grupos fundacionales de ideología golpista que especulan con la toma del poder. Es más que sabido, que en la ideología castrense la idea de familia es claramente patriarcal, toda su política se basa en el respeto y obsecuencia hacia la religión católica apostólica romana y en el rechazo, no sólo, a las nuevas nociones de familia (monoparental, homoparental, etc) sino también a la diversidad de genero, vistos estos como desviaciones del “deber ser”. Sus nociones de familia comprometen valores y normas, que intentan transformarse en valores de referencia para la ciudadanía. Habilitarles elegir sus docentes puede significar el camino libre para seguir formando en concepciones de sujeto, ciudadano y ciudadanía que no queremos que se reproduzcan más, menos aún en quienes en cualquier momento pueden decidir que “somos peligrosos” no sólo por pensar distinto, sino también por ejercer nuestra sexualidad libremente, por construir núcleos familiares distintos a los que se institucionalizaron a principios del siglo XIX.

Por tanto, interpretar la marcha y el decreto como hechos aislados sería desconocer las concepciones de ciudadanía que nos acechan hace tantos años y que son reproducidas constantemente en actos cotidianos y no sólo en estamentos militares. Estas son las ideas e imaginarios con los que nos enfrentamos. Los femicidios no son hechos aislados, son sociales, nos pasan a todas y todos, son producto (entre otras causas) de años y años de formas de relación y opresión, de violencia patriarcal. Debemos seguir apostando a la construcción de nuevas formas de lazos sociales, a crecer colectivamente en relaciones que no sean de poder sino de solidaridad. Porque no queremos más mujeres ni niñas muertas, violadas o golpeadas porque un “otro” varón aprendió que ella vale como un pedazo de carne y si tiene suerte como un objeto. Porque VIVAS NOS Y LAS QUEREMOS.