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sábado, 7 de septiembre de 2013

CARTA ABIERTA AL DIPUTADO CLAUDIO DOMÍNGUEZ

Por Carlos Sebastián Alegre, trabajador de la educación

Como podrá ver, esta carta lo tiene a Usted como destinatario específico. Sin embargo –le soy completamente sincero- me importa casi nada si Usted llega a leerla. Los verdaderos destinatarios de esta torpe y fragorosa misiva son los miles de neuquinos que hace un rato largo estamos “pagando” (disculpe que use la primera persona del plural, es decir, el “nosotros”,-por si no lo sabe- porque esta carta también la escribo para mí mismo.) Quisiera hacerle notar algunas imprecisiones de su intervención en la vergonzosa sesión de diputados del día de ayer.
La primera de las imprecisiones es su concepción de términos como “espíritu destituyente”, “golpismo”, “fascismo”. El uso de este último término es el que más me preocupa. La sangre derramada por la experiencia del fascismo recibe el peor de los insultos en la banalización. La palabra fascismo, como el término holocausto, no se pueden utilizar con liviandad.
Hay, sin embargo, características, rasgos del fascismo que no vi en nadie de quienes estaban afuera de la legislatura, pero que sí veo en prácticas llevadas a cabo por quienes ejercen la administración del Estado. Una características del fascismo es la creación de milicias paraestatales (para que el Estado siempre quede en un lugar de prolijidad) que se encarguen de acallar voces que se levanten, que busquen sumar voluntades nunca desde la razón sino desde la presión o el cohecho. Tal vez reconozca esta característica en la estructura clientelar que su partido despliega en los barrios, o en el lamentable desalojo parapolicial que los docentes sufrieron en 2006, luego de la famosa “Zona Liberada”. La represión por fuera de la ley es una práctica por la que el fascismo siente especial predilección (le recomiendo revisar la historia de Alemania previa al fin de la Segunda Guerra Mundial, o la de la Italia de Mussolini, o la de la España de Franco). De esta práctica hemos visto bastante. Le recuerdo una imagen más que reciente: un efectivo policial –ayer nomás- con su sofisticada escopeta colgando del hombro y disparando a los manifestantes con una primitiva gomera. El resultado de esto no es inocente, puesto que entre los heridos, aquellos lesionados por piedrazos son endilgados a los manifestantes. Y así como usan gomeras, ¿a qué otros artefactos no reglamentarios habrán de recurrir?
¿Quiere más ejemplos? ¿Escuchó hablar de aquella frase, hoy usada para parodiar las prácticas de la mafia, que dice “que parezca un accidente”? Bueno, borre la sonrisa y recuerde a Monseñor Angelelli; recuerde al cantor Jorge Cafrune. Recuerde que cuando se llevaron la vida de Kosteki y Santillán, también quisieron simular un enfrentamiento. Recuerde –y esto, en responsabilidad histórica le toca más de cerca- las excusas en torno a la muerte de Teresa Rodríguez. ¡Nunca hay arma “reglamentaria”! Recuerde que con la muerte de Carlos Fuentealba también quisieron hacer “que parezca un accidente”.
La segunda imprecisión ocurrió cuando puso las bolitas en la mesa. Solo le faltó cantar “Aquí están / estas son / las bolitas de Zanón”. (Me pregunto cómo hizo para conseguir una bomba molotov sin usar…las gomeras ya sé de donde las sacó). Fue impreciso, a la vez que mal intencionado, su comentario “los neuquinos estamos pagando la expropiación de Zanón”. Le digo así sin más: hay muchas cosas que los neuquinos estamos pagando. Estamos pagando –en mi caso con total acuerdo- la expropiación de Zanón, como también pagamos el crédito millonario que en la década de los 90 se le entregó a Zanón y que aún no fue devuelto. También pagamos su sueldo, su dieta, sus viáticos, el sueldo de sus asesores; pagamos el sueldo del señor gobernador, de la señora vicegobernadora y de todos los ministros; pagamos el sueldo de la policía que ayer nos arrojó gases y balas de goma para desalojarnos de la legislatura; pagamos esos gases y esas balas. A esa Legislatura de la que fuimos vilmente desalojados también la pagamos nosotros. Nos quiere remover la conciencia diciendo que pagamos la expropiación de Zanón y que de allí partieron las polémicas bolitas: los neuquinos pagamos el sueldo de Poblete, su pistola lanza gases y la granada que disparó sobre Carlos. También pagamos su cada vez más intermitente encierro. Los neuquinos pagamos los créditos incobrables del IADEP, cuya lista de morosos se niegan a publicar. Los neuquinos pagamos alquileres usureros; pagamos un transporte público que atenta contra la dignidad a un costo que atenta contra la justicia; durante mucho tiempo pagamos peaje sobre rutas y puentes que ya habíamos pagado. Podría seguir durante páginas y páginas. La verdad es que es realmente difícil no pensar que como pueblo siempre hemos quedado “pagando”, al mismo tiempo que sentimos que siempre nos han quedado “debiendo”.