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viernes, 12 de julio de 2013

CASO SOLANO: "HAGAN RUIDO, QUE DANIEL NO ESTÁ Y SU PAPÁ LO BUSCA"


Buenos Aires, domingo 7 de julio de 2013 (ANRed).- Veinte meses lleva la familia Solano sin Daniel Solano. La historia nos muestra constantemente a mujeres repletas de coraje y de fuerza que buscan a sus hijas e hijos, que reclaman justicia por ellos, que son capaces de dejarlo todo por obtener respuestas que calmen algunas de las tantas preguntas. En este caso –enredado si lo hay-, fue el papá de la víctima, Gualberto, quien se puso al hombro el dolor y lo expresó gritando en silencio con las facciones de su rostro. Hace cinco días que no come, con frecuencia tiene episodios de hipertensión y ya sufrió dos principios de accidentes cerebrovasculares desde que instaló su acampe frente al juzgado de Choele Choel, cuando desaparecieron a su hijo. “No lo dejemos morir”, se pidió esta tarde en el pueblo rionegrino en referencia al reclamo de un padre dispuesto a dejar su vida por la verdad. 

Por Soledad Arrieta

Neuquén (8300web).- Habla poco, pero dice mucho más de lo que podría expresar con todas las palabras que manejamos la mayoría de las personas a diario. Lo acompañan Pablo y Romina, tío y prima respectivamente de Daniel, además de los abogados Sergio Heredia y Leandro Aparicio: “estamos acá por él”, sostienen todos como si se tratara de una gran locura en la que ya están tan inmersos como lo está la población del lugar con su indiferencia, pero del lado contrario, literalmente en la vereda de enfrente.

Nunca pudieron ver su cuerpo ni despedirse de él como lo indica la cultura del pueblo originario (guaraní) al que pertenecen, pero asumen que está muerto. Lo asumieron, según cuenta el letrado, el día que Heredia desembarcó en Choele Choel para ocuparse del caso. Caso que, por otra parte, dista mucho de ser una coincidencia de uniformados abusadores en un mismo espacio y lugar y abre un abanico de datos que la justicia formal, estatal, tiene pereza de hilvanar.
Unos 2.500 kilómetros separan a Tartagal de Choele Choel. En el primero de los sitios nació y vivió Daniel; en el segundo trabajó, fue terciarizado y explotado, cuestionó y despareció.
Las y los trabajadores golondrina, como habitualmente se los conoce, son las personas que se trasladan de unos lugares geográficos a otras para ser explotadas laboralmente en actividades rurales, como la frutícola, en general por empresas que terciarizan personal a otras empresas, más grandes y más poderosas.
Las empresas aquí involucradas son Expofrut S.A. –cómplice- y Agrocosecha S.A. –responsable directa de la desaparición y muerte del joven-. Atrás, pero no lejos, está el Estado que admite la trata laboral, la explotación, la terciarización y la existencia de redes mafiosas que pueden terminar con todo lo que moleste. Pero en el medio, como nexo, se encuentra la policía, tan estatal como privada en términos de los lados para los que juega: es una fuerza bígama, funcional a los mejores postores, que siempre estarán situados en el mismo lugar.
Agrocosecha S.A. pertenecía a los hermanos Adrián y Gustavo Lapenta, quienes diluyeron la sociedad y ahora operan bajo otro nombre, mismo rubro, mismas costumbres.
Daniel Solano cosechó manzanas y temor, por eso lo hicieron desaparecer: les tienen miedo a quienes no tienen miedo, a quienes se atreven a alzar la voz. Pocos días después, su padre demostraría de dónde sacó ese coraje.
Pero no fue el único que desapareció. Pedro Cabaña Cubas y Héctor Villagrán también desaparecieron, aunque al tiempo fue encontrado un cuerpo misterioso que terminó por asignársele al segundo. Como si la gente desapareciera porque sí, como si nada, y los cuerpos sin vida aparecieran de forma tan natural que no asustan. Como si estas cosas ya no llamaran la atención.
Tras un amotinamiento en el que reclamaban por la cercanía con sus familias, los policías detenidos en el Penal I de Viedma por esta causa fueron trasladados al partido de Lamarque el 29 de junio. Ante esto, Gualberto, su familia y su abogado decidieron dejar de comer. La jueza que tomó la determinación que favorece a los homicidas uniformados se acercó luego al acampe para “disculparse”. “Respetamos los derechos del niño, pero ¿y el derecho de la vida de Daniel?”, le respondieron: “él no está para reclamar por lo que le hicieron, pero estamos nosotros”.
Hace dos días, se sumó a la protesta la madre de Atahualpa Martínez Vinaya, el adolescente asesinado en 2008 en Viedma.

Todo por el tío Gualberto
Romina y Pablo llegaron cinco meses después que Gualberto al acampe. Pablo, que también parece preferir no comunicar todo con el lenguaje hablado, recuerda que la última vez que vieron a Daniel fue el 7 de octubre del 2011, en Tartagal, y que después sabían de él a través de su padre, quien sí se comunicaba. “Hasta la noche en la que desaparece mandó mensajes”, resalta Romina.
“En principio viene él (Gualberto Solano) con su hija y con un cuñado de Daniel. La empresa le pone un abogado que lo trajinaba de aquí para allá. Mi tío se dio cuenta de que este abogado tiraba más para el lado de la empresa. Entonces armamos con la comunidad guaraní un encuentro y convocamos al doctor Heredia para que él se venga para acá. Cuando él llega para acá se da cuenta de que a mi tío Gualberto le estaban mintiendo y tratándolo de ignorante. Le decían que mi primo estaba en Neuquén: ya le estaban entregando el bolso con ropa de Daniel para que se vuelva a Tartagal”, cuenta con bronca apretada en los labios la prima del desaparecido en democracia y agrega que “gracias a nuestro abogado se empezaron a mover muchas cosas y salieron a la luz”.
“Hoy se cumplen veinte meses de que lo desaparecieron y lo mataron. De que él (Gualberto) se plantó en esa carpa en la desesperación de un papá. Hasta que no le entreguen a su hijo, no se va a ir de acá. Lo único que pedimos es algo justo, saber qué pasó con él y llevárnoslo de acá”, remarca la joven.
Según contaron Pablo y Romina, durante todo este tiempo de acampe debieron enfrentarse con situaciones de lo más paradójicas, que fueron desde la persecución al abogado Heredia por parte de las compañeras de los policías acusados hasta la llegada de una jueza para insultarlo y luego de los hijos de esa jueza para amenazarlo. También tuvieron que presenciar una supuesta “marcha” de trabajadores de Agrocosecha, coordinada por punteros aliados a la empresa que les hicieron creer que gracias al abogado de la familia Solano se estaban dificultando las posibilidades de trabajo: como se dice vulgarmente “el tiro les salió por la culata”, ya que estos empleados terminaron por desasnarse de cómo estaban siendo estafados y tuvieron que ser resarcidos económicamente por ello.

“No dejen morir a Gualberto Solano”
“Yo llegué un 5 de diciembre y el día 7 de diciembre en una terminal de aquí de Choele anuncié, delante del padre, que Daniel Solano había sido asesinado. Desde esa frase que yo dije, todo pasa a ser una neblina, donde todo se pierde. Comienza a verse una luz que es un objetivo, que tiene en el fondo la palabra justicia” relata el abogado Sergio Heredia.
El "estudio jurídico" de Heredia y Aparicio, instalado en el fondo de la capilla de Choele Choel. El obispo Esteban Laxague, previo a la marcha, se solidarizó públicamente con la familia y con todas las familias que sufren las pérdidas sus hijos: “nunca nos volvamos indiferentes ante la desaparición ni a la muerte de nadie”.
“Hemos entrado a la penumbra de donde ustedes viven, a la cloaca en la que viven, a la miseria que comenzó para ustedes una noche en Macuba, pero para nosotros, los tartagalenses, es una miseria que comenzó hace muchos años, cuando ingresan a mi pueblo y sacan aborígenes para ser traídos a estos lugares y son explotados, discriminados y asesinados. Ahí comenzó nuestra miseria. Pero lo lamentable es que ahí comenzó para nosotros, pero ustedes hace mucho que la tienen y la consienten. La siguen consintiendo a pesar de que hoy este grupo de norteños busque un cuerpo”, exclamó Heredia.
El abogado, que también se encuentra protestando a través de una huelga de hambre, sostuvo que “quieren terminar el caso de Daniel Solano con juicios solamente a siete policías, para que los verdaderos responsables de estos crímenes queden impunes, que son jueces, fiscales, empresarios, encubridores. No lo vamos a permitir”.
Sobre la medida extrema que están tomando, Heredia dijo que “esto es una cuestión de defensa: si no nos matan aquí con la huelga de hambre, nos van a matar en Tartagal porque son mafiosos. Solano murió por millones de pesos. Y yo prefiero morir de hambre y que no me maten en Tartagal, porque en Tartagal voy a andar con mi hijo”.
“Yo he venido a buscar un cuerpo aquí, cumpliendo una promesa a una comunidad aborigen, para que este padre lo entierre como marca el derecho natural. Si no entregan ese cuerpo, van a tener cinco cajones yendo a Tartagal”, dijo el abogado de la familia Solano.
“La justicia y el Estado provincial dejó de buscar el cuerpo de Daniel Solano y eso es lo que debe buscar el pueblo. Entreguen a su padre el cuerpo de Daniel Solano. Ya no nos preguntemos dónde está. Entregar el cuerpo al padre, es entregar la justicia a todos los padres. Es una vergüenza que en plena democracia se encuentre un cuerpo y nadie diga nada. No nos llenemos la boca de festejos y de aniversarios y de desaparecidos”, remarcó Heredia y concluyó su discurso de cierre de la marcha diciendo que “hoy en otro julio, con otro frío al que nosotros los norteños no estamos acostumbrados, les digo que no vamos a claudicar, vamos a seguir trabajando: les pido a ustedes que no dejen morir a Gualberto Solano”.

Cabaña Cuba y Villagrán, más que una coincidencia
Mientras los abogados Sergio Heredia y Leandro Aparicio investigaban, fueron encontrándose con cabos sueltos. Para empezar, Daniel Solano parecía no estar solo en la lista de desaparecidos en democracia en el partido de Lamarque y en relación a las cosechas, lo acompañaban un paraguayo llamado Pedro Cabaña Cuba y un jujeño llamado Héctor Villagrán.
“El primer encubridor que tiene el caso Solano se llama Paulino Ribera, que es el que declara haberlo visto el día 9 de noviembre en el bar El Tano. Después descubrimos que este hombre es el explotador de una estancia que se llama El Negro Muerto, donde trabajaba Pedro Cabaña Cuba. Llegamos a la conclusión de que Cabaña Cuba vio algo de Solano y por eso lo matan”, señaló el doctor Heredia. Tiempo después, en la isla Conesa, aparece un cuerpo, sin manos y sin pies, que tras un período significativo de burocracia se determina que pertenece a Cabaña Cuba, “el paraguayo”. El abogado explicó que la isla Conesa pertenece a la familia Berthe, “uno de los asesinos de Solano (en referencia a Sandro Berthe). A su vez, Berthe era el que investigaba la desaparición del paraguayo, quien supuestamente se fue en el colectivo, igual que Solano”, ironizó.
Héctor Villagrán también trabajaba en Expofrut: “todo lleva a la misma causa”.
“El caso ya está resuelto. Lo que pasa es que la justicia no toma la decisión de poner presos. Ya sabemos quién lo mató, por qué lo mataron. La justicia no quiere detener, porque no se quieren detener ellos mismos”, concluyó Sergio Heredia.

La mafia
Leandro Aparicio, el otro abogado de la familia Solano, dice que cuando llegaron “cualquiera podía advertir que era una causa que estaba toda armada. El mismo policía que lo había llevado al boliche era el que investigaba su desaparición. No solamente el encubrimiento era de la policía, sino también de la jueza de instrucción, que fue apartada, del fiscal, de los dueños del boliche, de los trabajadores del boliche, era un encubrimiento muy grande del que todavía no hay ningún imputado. No hay ningún imputado de encubrimiento, de autoría intelectual ni de complicidad: hay una mafia atrás”.
“La huelga de hambre no es una locura que se inventa para llamar la atención. Nos enfrentamos con mafias, con grupos poderosos, con intereses poderosos. Tienen conexiones dentro de Expofrut, con la justicia, con la policía”, remarcaron los abogados Aparicio y Heredia, que además pusieron énfasis en que descubrieron 179 causas por apremios ilegales. “Llegamos a un momento en el que no podemos avanzar más. Ya acercamos toda la información a la justicia de la estafa laboral, probamos la estafa laboral, necesariamente hay complicidad de Expofrut, hay complicidad de los organismos de contralor”.
“Estos (Agrocosecha) son una asociación ilícita, una banda que se dedica a estafar aborígenes. Eligen la víctima: no son jóvenes de Río Negro. Tienen que tener policías, porque no cobraban por cajero, entraban a cobrar a una oficina y tenía siete policías atrás”, señalaron: “era un modus operandi. Con Solano lo mandan a matar, porque si Solano hacía el reclamo el día lunes dejaban de facturar un millón y medio”.
El negocio de esa empresa, radica en modificar la realidad en los papeles para así quedarse con una parte importante del dinero que la empresa Expofrut destinaba a los empleados. Esto significa que factura a las megaempresas que la contratan el monto real que deben percibir los trabajadores y mediante el cual también se le deben realizar los aportes y contribuciones patronales, pero luego a estos se les abona apenas una porción de ese dinero, quedándose la terciarizadora con el voluptuoso remanente teniendo en cuenta la cantidad de personal con la que cuentan.
Por otra parte, cuentan los abogados, los empleados no tienen la posibilidad de cuestionar esta quita económica debido a que los pagos se realizan de forma personal y con personal de la policía rionegrina presente para evitar “inconvenientes”.

Desaparición forzada u homicidio
“Para nosotros es un homicidio, por más que no esté el cuerpo, está probado. Hemos aportado pruebas también para probar la asociación ilícita. Tenemos planteado denunciar también la trata y la desaparición forzada de personas. Los tenemos presos por homicidio a los policías. Pero el fiscal no quiere ir más, la jueza no quiere ir más y el gobierno no quiere ir más a la parte de la autoría intelectual, de la trata de personas, de la asociación ilícita”, respondieron los abogados en relación a la acusación por homicidio en lugar de por desaparición forzada de persona.
Para concluir, Sergio Heredia sentenció: “si no se dan respuestas a la brevedad, se empezarán a morir los de la familia Solano. Hemos perdido todo y se ve solamente un objetivo. Prefiero morirme acá y no que me maten un hijo en Tartagal”.