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viernes, 22 de marzo de 2013

OPINIÓN: FRANCISCO ES BERGOGLIO


Argentina, 19 de marzo de 2013 (Movimiento de Izquierda Revolucionaria).- Se inició hoy formalmente el Papado de Jorge Bergoglio devenido en “Francisco”, en homenaje al monje italiano San Francisco de Asis, el “santo de los pobres”. Por fuera del nacionalismo berreta y superficial del que hizo gala en estos días buena parte de la prensa y dirigentes políticos y sindicales de todo tipo y extracción, los primeros gestos de Francisco -entre ellos la elección del nombre- llenaron de expectativas a amplios sectores de nuestro país y el mundo.
Entre estas manifestaciones se destacan las de prominentes referentes de la Teología de la Liberación (Hans Küng, Leonardo Boff, Frei Betto, entre otros) que tuvieron expresiones elogiosas para con el nuevo Papa. De algún modo, ante la inmundicia y podredumbre moral en la que se haya consumida la anciana y decadente jerarquía vaticana, resulta comprensible que cualquier gesto que ese aleje un poco de la miseria ética de la curia romana llame la atención y genere simpatía: ¡si hasta se festeja como un hecho épico que un obispo protector de curas violadores de niños sea “invitado” a no concurrir más a la Basílica Santa María la Mayor!
En cambio, para quienes conocemos la trayectoria de Bergoglio resulta imposible compartir estas expectativas e ilusiones, más allá del profundo respeto que tenemos por las diversas formas de la religiosidad popular.
No podemos olvidar la militancia de Bergoglio en la derecha peronista dentro de “Guardia de Hierro”; su responsabilidad institucional en los secuestros de los curas jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics (como lo prueba numerosa evidencia documental); su oposición histórica a todo lo que oliera a “Teología de Liberación” (lo que no se opone con su apoyo a “curas villeros” disciplinados a la línea institucional); sus posturas machistas y homofóbicas.
Por otra parte, debe evaluarse que la designación de un Papa latinoamericano lejos de ser un designio del Espíritu Santo, responde a un claro criterio geopolítico: en América Latina tienen lugar una serie de procesos de avance popular, algunos de los cuales, más allá de sus contradicciones y límites dentro de los marcos del sistema capitalista, plantean un genérico horizonte de socialismo. Además, en nuestro continente reside más de la mitad de las y los católicos del mundo y la disputa por la conciencia y el alma de esos millones, y más, resulta una tarea de primer orden para la Iglesia Católica, que no para de perder fieles a manos de otras religiones como el evangelismo.
En principio, puede suponerse que el posicionamiento político de Francisco para la región no será uniforme, teniendo bien presente la enorme variedad de realidades políticas que hoy existen, se adecuará a las características de cada país y, eventualmente, a la radicalidad y profundidad de transformación que puedan adquirir las experiencias populares en curso. En todos los casos, su sola designación ofrece una referencia política de peso para las clases dominantes y el poder mediático del continente.
A futuro, todo hace presuponer que Francisco promoverá una serie de reformas en la Iglesia Católica orientadas hacia una mayor cercanía caritativa con los más humildes; y de transparencia institucional luego de los escándalos sexuales y financieros por lavado de dinero, combinadas con un férreo e intransigente conservadurismo desde el punto de vista doctrinario. De aquí a una “vuelta al Concilio Vaticano II” hay un enorme trecho que habrá que ver si el flamante Francisco está dispuesto a transitar.
En este sentido, para el movimiento de mujeres en lucha, movimientos feministas, de diversidad sexual y de la sociedad civil en general de nuestro país, la asunción del “Papa argentino” es una mala noticia que pone por delante nuevos obstáculos y desafíos. En este nuevo contexto, no hay duda de que resultará mucho más complejo y arduo lograr la legalización del aborto y nuevas conquistas, y hasta habrá que estar atentos para defender a rajatabla las conquistas logradas en estos años (ley de matrimonio igualitario, identidad de género, educación sexual integral en las escuelas, etc.).
Para el avance de esas justas y legítimas luchas no habrá auspicio divino, sino que dependerá de lo que sigamos haciendo las mujeres, varones y personas de distintos géneros a través de la organización y la lucha.
-        Separación total de la Iglesia del Estado. Por el fin del financiamiento público al culto y a la educación católica.
-        Aborto legal, seguro y gratuito.  Saquen sus rosarios de nuestros ovarios.
-        ¡Basta de impunidad!: Cárcel a los curas pedófilos.