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jueves, 31 de enero de 2013

RÍO NEGRO, LOS PELIGROS DE GOBERNAR EN ÉPOCAS INTERNAS


Luego del asesinato del ex gobernador, Carlos Soria, Río Negro es conducida por el proveniente de las filas del Frente Grande, Alberto Weretilneck. Internas, tironeos y reconfiguración del armado político en la provincia tras los saqueos en Bariloche.

Por Martín Álvarez

Rio Negro, 23 de enero de 2013 (Anred).- El ex gobernador de Río Negro, Carlos Soria, fue un hombre que sabía entender cada etapa; era de esos estrategas que consiguen llevar adelante el proyecto político encarado en el contexto adecuado. Por eso, llegó a ser alguien entre lo más rancio del peronismo de los años 90, volvió en el 2002 con la triste escena política de Duhalde y se fue del gobierno con la responsabilidad de haber sido el jefe de la SIDE en el operativo conjunto en el que las fuerzas policiales asesinaron a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki.
En la zona, suele escucharse -de boca de algún chacarero devenido en analista político- que el "Gringo" era como los teros, que ponen los huevos en un lado y cantan en otro. Por eso su herencia es tan compleja: un vice-gobernador -Alberto Weretilneck- que viene del Frente Grande, intendentes que responden a intereses contrarios, ministros que provienen de las filas sindicales, secretarios afines a partidos progresistas como el UNE neuquino, militantes sociales peronistas, etc. Declarado públicamente duhaldista, Soria era el hombre al que el kirchnerismo sin dudas apostó.
Pero el post Soria es tan complicado como andar en patineta en pleno ripio: Alberto Weretilneck no luce la cualidad de estratega de su antecesor, aunque tiene capacidad de ubicación y por eso nunca vio la película de costado. De hecho, ex militantes del Partido Intransigente lo describen como un hombre con gran cintura política, un escalador o –por lo menos- un buen oportunista.

Siendo aún un joven -y con ambiciones- compartió con los Julios, Salto y Arriaga la iniciativa del Movimiento Popular Patagónico. Una copia de la apuesta al chovinismo que eternizó al Movimiento Popular Neuquino (MPN) en el poder. De hecho, por ejemplo, en Neuquén siempre se dice: “son chorros, pero lo que roban se queda acá”, refiriéndose al MPN.
Con Arriaga caminaron juntos mucho tiempo y codo a codo, pero ambos sabían que estar a un paso atrás implicaba el riesgo de ser cagado; y también sabían que estar adelante podría ser motivo para ser empujado al vacio. Ambos apostaron a llegar al poder por vías diferentes: Alberto Weretilneck con el FPV y Julio Arriaga con la UCR.
En el 2011, Weretilneck secundó a Soria en el Gobierno de Río Negro y a Adriana Puiggrós en el partido Frente Grande, pero no previó que ese fatídico diciembre implicaría un movimiento brusco para su cintura. Así, tras el asesinato de Carlos Soria, tuvo que repensarse y caer de lleno a las filas del peronismo. Inmediatamente se afilió al Partido Justicialista, es decir, entró por la ventana a la casa de la familia peronista, cuna de liderazgos en pugna si las hay. Pero lo cierto es que si hay algo que al peronismo local le ha faltado es un líder indiscutido, todos han sido de tan pobres consensos que les pasaron treinta años de gobiernos radicales por la cara.
“Para ser peronista no alcanza con afiliarse”, se escuchó decir entre pasillos antes del cónclave del PJ que se realizó en noviembre en la ciudad rionegrina de Bariloche. Y ésa fue la antesala de un conflicto que tiene más daños colaterales que bajas propias: Para dicho acto, el primero del Weretilneck peronista, éste movió todas las fuerzas que pudo con gran esfuerzo. Mientras tanto, el siempre bien peinado Miguel Pichetto no dudó en marcarle la cancha: el próximo en encabezar y gobernar la provincia no sería el recientemente ingresado Alberto. En el PJ, como manda la tradición patronal, el nuevo líder debe pagar derecho de piso. Pero en este caso el problema es grave, la herencia de Soria no parece dejar márgenes para tradiciones peronistas, o acaso, ¿quién está hoy en el techo más alto alcanzado por el partido?
Además, la herencia del Gringo aún no reclamada (como candidateable) es la de su hijo, el actual intendente de General Roca, "Martincito" Soria, quien desde la muerte del ex gobernador se convirtió en la voz, el pensamiento y la acción de su fallecido padre en la tierra.
Así, al acto del partido en Bariloche, también asistió Martín Soria, mientras que Goye, el intendente en suspenso de Bariloche, no asistió al cónclave a pedido de Pichetto.
En la interna del partido, el derrocado Goye jugó con Pichetto mientras varios concejales –entre ellos/as M. A. Martini- se pasaron al “albertismo” (como se llama a las filas de Weretilneck, por su nombre de pila). Por su parte, Weretilneck dejó a sus ex camaradas del Frente Grande en una posición tan incómoda que nos les dio para definir qué hacer para dicho acto del PJ.
A sólo un mes del cónclave, Bariloche estalló: la pobreza estructural de la ciudad es tan grave que desde hace décadas las conflictividades sociales son permanentes. Las asistencias sociales de las políticas públicas sirvieron apenas de paliativos ante un volcán a punto de explotar. Lo ocurrido en la ciudad se debe a la falta de seriedad en las políticas públicas y a consecutivos gobiernos destinados a ser gerentes de la industria del turismo.
Los saqueos y el efecto espejo enojaron mucho a la presidenta de la Nación, quien tuvo que armar una tregua en la interna tras reunirse con los díscolos en pugna. Esta tensa alianza para sortear la conflictividad social en alza de una provincia con pocos recursos tiene que hacerse mostrando un gobierno unido, fuerte y disciplinador. Sobre todo porque después de treinta años de radicalismo la estructura clientelar de dicho partido no fue aún desmantelada, con lo cual, la UCR -con algo osadía- podría poner al gobierno en un clima social complicado.
En el esquema de los gobiernos, toda muestra de orden social se lleva a cabo mediante el uso de la fuerzas represivas y del aparato judicial criminalizador.
Por ahora no preocupan tanto los peones gastados en este tablero de cara al 2015, más allá de que es una vergüenza nacional la intervención de la intendencia de Bariloche y la posterior suspensión de Goye. Lo más preocupante son los costos irreversibles que puede causar toda esta interna. La vida y los derechos de los militantes sociales y de la juventud pobre están en peligro, esperemos que la sordera y ceguera social no permita que sigan matando pibes en nombre de la democracia y el progreso del país. Porque en estos términos, profundizar el modelo nos puede convertir en funebreros del futuro.
Las detenciones y los tratos a los militantes de la Cooperativa 1º de Mayo son parte de termómetro del esquema del gobierno fuerte con orden social. Por lo que se avizora, no habrá vuelco al extractivismo económico que aporte la caja necesaria a Weretilneck para gobernar. Y como ya sabemos, todo lo que no se coopta se reprime.