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miércoles, 12 de diciembre de 2012

PAREN DE FUMIGARNOS: LOS SENADORES Y SUS AFECTOS


Santa Fe, 5 de diciembre de 2012 (Campaña Paren de Fumigarnos y Movimiento de Pueblos Fumigados).-
Ni en el dia de los ñoquis. El pasado 29 de noviembre, en el cierre del periodo ordinario de sesiones y por segunda vez consecutiva, la  cámara de senadores de la provincia de Santa Fe finalizó su período ordinario dejando caer otro proyecto para adecuar la ley que regula el uso de agroquímicos acorde a las mínimas necesidades sanitarias actuales. Esta vez pasó un año sin que el proyecto -de modestas pretensiones como alejar 800 metros de poblaciones y escuelas las fumigaciones terrestres y prohibir las incontrolables e imprevisibles fumigaciones aéreas- superara la instancia de una comisión.
De nada sirvieron los estudios oficiales de ministerios y universidades, ni siquiera de la propia cámara de comercializadores de agroquímicos indicando el aumento de litros/kg superior al mil por ciento desde la sanción de la vieja ley 11.273 hasta nuestros días, para no hablar de las treinta mil almas que firmaron pidiendo más protección, alarmadas por lo que están constatando en sus comunidades.
Esa conducta omisiva fue también leída como la luz verde que necesitaban las corporaciones del agronegocio para anunciar la "necesidad" de nuevas semillas transgénicas capaces de soportar venenos más potentes porque algunos viejos conocidos ya no matan como debieran. El Agente Naranja y el glufosinato de amonio perfilan las mejores "soluciones finales" que garanticen la santa producción de commodities. La salud humana y el medio ambiente del que depende nuestra supervivencia ni siquiera entran en la agenda tanto de aquéllos como de éstos.
Nada casual. Ingenieros agrónomos que asesoran a comerciantes agropecuarios fueron también quienes acompañan la gira de senadores por poblaciones de la provincia disertando sobre el "uso sustentable de productos fitosanitarios", donde no faltan referencias a salud y enfermedades.
Para qué científicos y médicos si  tenemos ingenieros agrónomos, en muchos casos formados en laboratorios y cursos solventados por empresas como MONSANTO, cuya vocación filantrópica es conocida en el mundo entero.
Si se nos endilgara pecar de incautos al soñar que una cámara integrada mayoritariamente por empresarios agropecuarios  o con relaciones familiares vinculadas a esos negocios fuera a hacer algo mejor que lo que hizo diremos que frente al comprobado aumento de enfermedades curables e incurables que perciben las poblaciones y comprueban médicos y científicos a diario era por lo menos esperable que los senadores pusieran un modesto freno a la creciente degradación de las condiciones sanitarias y ambientales de toda la provincia, en donde también habitan sus afectos.
Hemos comprobado con estupor, sin embargo, que el poder hipnótico del dinero puede hacer estragos aun en las mentes más entrenadas. Alarma advertir la capacidad de persuasión de la propaganda de corporaciones nacionales y multinacionales sobre nuestros representantes que altera de tal modo su escala de prioridades.
No pedimos que las empresas dejen de hacer aquello para lo cual fueron creadas.
De la Cámara de Senadores, en cambio, esperábamos la resolución de cada dilema a favor del interés general, es decir de las mayorías antes que de sus intereses personales o de quienes solventan las campañas. Y aunque suene utópico, lo seguimos esperando, pero difícilmente de su actual integración. Dos años "haciendo la plancha" frente a la catástrofe sanitaria y medioambiental que padece la provincia fue demasiado.

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