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miércoles, 8 de agosto de 2012

OPINIÓN: "A LA PAMPACHAMAMA"


Por  Beto Maliandi                

El Bolsón y Mallín Aguado, 1 de agosto de 2012 (Asamblea en Defensa del Agua y de la Tierra).- “La perspectiva de una ética desde dentro de Gaia (referente a la “Hipótesis Gaia”, de James Lovelock) y como parte de ella configura un nuevo paradigma -sin ánimo de abusar de la palabra-, pues implica reconocer los derechos de todos los otros entes que comparten con nosotros la tierra y reconocerles –al menos- su derecho a la existencia y al pacífico desarrollo de sus vidas.
No se trata de un ambientalismo dirigido a proteger cotos de caza ni recursos alimentarios escasos para el ser humano, ni tampoco de proteger especies por mero sentimiento de piedad hacia seres menos desarrollados, sino de reconocer obligaciones éticas respecto de ellos, que se derivan de la circunstancia de participar conjuntamente en un todo vivo, de cuya salud dependemos todos, humanos y no humanos.”
                                               “La Pachamama y el Humano”, Eugenio Raúl Zaffaroni

Ajeno a su esencia, el humano avanza económicamente en continuo retroceso a su naturaleza animal. Las pantallas del progreso y el desarrollo ciegan su instinto de preservar, contrariando así el instintivo impulso de cuidar los recursos para el sano crecimiento de sus crías. La ilusión del bienestar económico y el de pertenecer a círculos sociales inalcanzables, se hace cada vez más fuerte, incluso más aún que el instinto de su propia subsistencia. Aquellos soñadores eternos, que ante el primer descuido popular aceleran su sonámbulo paso arrasando todo recurso, que aunque propio e imprescindible para la vida, es fácilmente entregado a manos viles y ajenas ante la fatua mirada de los administradores estatales.

La capacidad de perder el eje de su existencia, es tan humana como la de creerse el eje de la misma: todo está disponible, todo es usable, todo es desechable, todo es mío. Ante la incapacidad del hombre pobre de entender que está entregando lo único que el hombre rico no tiene, el Cáliz Sagrado de los Recursos Naturales está siendo sorteado al menor postor en subasta privada, y con el martillo en la mano, los nuevos Templarios del Desarrollo se apuran en dar los tres golpes que cerrarán los negocios fáciles para sus amos.      
El mundo parece agonizar, pero lejos de eso Gaia reaccionara a la enfermedad que el humano le origina, haciendo uso de sus atributos de ser vivo, de organismo cosmogónicamente alineado a un orden que nosotros, mísera infección de ese gigantesco sistema, nunca podremos entender ni compartir bajo los limitados preceptos de USO, LIQUIDO, TIRO y… ¡quiero más!.
Toda plaga tiene un límite de desarrollo, generalmente el hiperconsumo propone hipercrecimiento, la fórmula se invierte y se repite matemáticamente hasta llegar al punto crítico: agotamiento del recurso, no hay más alimentos, agua, tierras disponibles. A la plaga solo le queda un recurso, ella misma, lo cual la deja frente a dos posibilidades: la autofagocitosis o al ocaso de la especie por inanición. Pero no olvidemos que si bien somos una plaga, tenemos la capacidad de razonar, de reaccionar individualmente, los primeros afectados reaccionaran antes, los seguirán los que sean afectados posteriormente, y así hasta formar un bloque. Aquí se abre la tercera posibilidad: el individuo humano afectado y agrupado puede frenar a la masiva plaga humana invasora. Como vemos, el factor decisivo es el de siempre, el tiempo. ¿Cuánto falta para que agricultores, ganaderos y madereros se agrupen a los ya afectados por el cambio de
 destino de nuestras tierras?, no falta demasiado.
Mientras tanto la Pachamama se defiende del invasor, ejemplos sobran, basta mencionar las afecciones y enfermedades que el humano empieza a padecer por el mal uso del suelo. Con la vorágine de optimización en cantidad (y no en calidad) del alimento, el humano aplica agroquímicos y fertilizantes artificiales a la tierra, esto acelera los tiempos de producción y de empobrecimiento del recurso. Al empobrecerse, la tierra deja de aportar minerales básicos para la buena salud del humano, un bien natural descuidado a los efectos de generar  bienes materiales, los cuales serán aplicados a intentar recuperar la salud. Este ciclo origina humanos débiles y enfermos, a los cuales les costará más esfuerzo trabajar la tierra también débil. Cuando la Pachamama enferma, todo lo que depende de ella también lo hace. Pero la Pachamama sin el humano se recuperará y eriquecerá, el humano sin tierra empobrecerá y  morirá.
Los habitantes de El Bolsón que decidan sacrificar las tierras rurales, permitiendo cambiar su destino productivo por uno urbanístico o minero, sin duda entrará también en este círculo de destrucción, seguramente lo hará más adelante, mientras tanto el problema es de los habitantes de Mallín, Maitén, Esquel, etc. La solidaridad, que es hija de la razón y madre de la autoprotección, es también un recurso propio del ser humano. La Pampa de Ludden es apenas la punta de lanza de los emprendimientos urbanísticos de la comarca, de permitirse su habilitación, a pesar de todas las irregularidades encontradas que no la harían posible, sentaría precedente para que otras mucho más cercanas a Bolsón, salieran de la gatera dando comienzo a una interminable carrera inmobiliaria. Por eso es tan importante bloquear esta primera y faraónica urbanización, no casualmente se planteó lejana al núcleo más poblado, sabían
 bien que solo 600 familias serían las afectadas y eso limitaba el efecto de reclamo. Cuando se habilitara la de la Pampa, seguidamente las ya preparadas a salir, como las de: el antiguo campo de Werner e Inalef, en el Piltriquitrón en el faldeo del filo Huemul; la de Rómulo Brockas en Mallín; la de ciertos lupuleros retirados y convertidos en “bróker”. Algunas de estas ya fraccionadas y habilitadas por el departamento de aguas (DPA), e incluso por Catastro.
Este problema ya no pertenece a Mallín o la Asamblea, es mucho más abarcativo, ni siquiera es de Bolsón, es un problema comarcal, aunque en realidad debemos hablar de un Problema Gaial, o una enfermedad Global. Las megaurbanizaciones siempre entrarán por las puertas de “el desarrollo”, “soluciones habitacionales”, “crecimiento turístico”, “aprovechamiento de los recursos”, y todos los días el ingenio “copular” inventa una vía de entrada novedosa. Nunca hablarán del real interés de sus inversores (llamados así no solo por dar vuelta el sentido de las cosas, sino por quedarse además con grandes ganancias habiendo puesto poco dinero), ese interés que es un secreto a voces al estilo “el voto a Menem”, y que todos dejamos pasar como si los recursos sobre los cuales lucrarán no fueran de todos, o como si fuesen interminables, ese interés es llamado NEGOCIO INMOBILIARIO. Nunca hablarán de las
 consecuencias nefastas, es más, las taparán con más mentiras, porque “el agua”, “la contaminación”, “la gentrificación”, “la des ruralización”, y “el cambio de destino de las tierras fiscales”, no son conceptos compatibles con la estrategia de marketing que permite lotear y vender una Reserva, o varias.
Ahora Gaia para Lovelock, o la Pachamama para los pueblos originarios de Latinoamérica, puede estar preparando el estornudo final para eliminar a los agentes infecciosos que la enferman cada día más. Ahora ese “todo vivo del cual dependemos todos, humanos y no humanos”, tiene derecho a curarse con el antibiótico que elimine a estos molestos bichitos que se creen sus dueños. Ahora Gaia esta lista para sanar y empezar de nuevo, sin molestos humanos encima.
 Según el último libro del científico más mediático del momento, Stephen Hopkins, el origen del ser humano es solo una sumatoria de casualidades únicas en la trayectoria de los hechos que dieron origen al universo. Tan contraria es esta teoría a lo que el hombre cree de si mismo, como lo es su origen con respecto a su inminente ocaso:
El humano, una criatura fantástica, única e inteligente, de existencia casual y afortunada, que por propia decisión e inteligencia, ignorando su fortuna, elige no existir.