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lunes, 28 de mayo de 2012

DON QUIENJODE LA PAMPA

Por Beto Maliandi.



  “En un lugar de la Pampa, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, andarga antigua, rocín flaco y galgo corredor”.
                      Era un día y corríase el ´94 cuando a sus penares alcanzábanlos su fin, un metálico y resplandeciente pájaro de lejanías más allá de mares conocidos, anidole en tierras vecinas. Su vida apagose en natural situación, por haber entrado en años su salud era débil, su corazón no lo acompañó pero se le perdona la traición por la noble labor. La doncella heredera, sin tanta hidalguía como su ingenioso padre, acercose a las tierras del Conde Olabaudeki, amo de celestiales aves y ofreciole sus dominios por unos pocos Australes y algunos bonos de la deuda de Mozambique, que el Conde pagó en cuotas. Esas planicies privilegiadas viéronlas sus vecinos muy buenas para recibir muchas aves. Pero la chusma, violenta e insultante, diole por el traste al ornitólogo gringo benefactor de la doncella Agridulcinea del Bartoloso, llamada así por haber nacido en las tierras altas, en las márgenes del claro y puro arroyo Bartolo, pero dueña ella de un carácter no tan dulce como estas aguas tan esperadas en las tierras más bajas.
                     Fuese así que el Conde Olabaudeki, lejos él de quedarse conforme sin parador para sus pájaros de hierro, uniose con sus escuderos y les prometió hacerlos Duque y Archiduques, o nobles de cualquiera índole como era costumbre de los caballeros con sus escuderos después de cada lucha a su lado para defender sus feudos. Así tomaron con la Ladera también la Pampa del pueblo vecino a su haber, en la intención de hacer crecer su condado, excusaron ante gobernantes que eran bien intencionados y deseosos de ayudar al pueblo todo a encontrar diversión en invierno en esa Ladera, y que el Conde no tenía nada Escondido, solo un lago, que nada sabía de estas Laderas ni de Pampas, que era trato solo de escuderos y sirvientes deseosos no de riquezas, solo de ver reír a los vástagos del pueblo. Gobernantes y algunos vasallos del Conde Olabaudeki festejaron por la Ladera y la Pampa obtenidas, mas en el momento mismo de cerrar el trato, cambioles el gobierno amigo por otro no tanto.
                   Antes, hordas de mugrientos hippies, sucios guerreros contra el desarrollo y la nobleza toda, defensores a bandera y verdad de la Pampa sitiada, atacaron el bastión del Conde Olabaudeki, catapultárosle humeantes churros cannabáceos, llevando a la chusma a un estado de conciencia más alto, producido por los relajantes humos emanados de quemar sus cabezas pobladas de sucias rastas (y dentro de ellas semillas de LSD, porros de heroína y jeringas de paco), leyéndose todos los libros de cuentos y disparates imposibles escritos por los escuderos del Conde que así intentábanle quitar la Pampa al pueblo, confundiéndola con Laderas cercanas.
                   Llenárnosle las cabezas a los gobernantes nuevos de rastas como las de los hippies, pero no tan mugrientas, y pusieron drogas en sus bebidas y alimentos, y entonces ya drogados dijeron: “¡¡¡Deteneos insensatos chabones!!! No tocaréis esa Pampa loco, si el juez copado así lo decidiera, esperar debemos su designio…que loco ¿no?”. Pero para el gobierno llegar a tamaño desaire hacia la nobleza, antes, la multitudinaria chusma de tomar tuvo las calles del pueblo y la plaza, pidiendo ser escuchados por los somnolientos funcionarios, juntáronse casi tres miles de ruidosos manifestantes, chicos y grandes, había indios y gringos también, tocaban música y hacían fiesta. Blasones, banderas y pancartas poblaron las quietas calles del pueblo, en compañía de cantos paganos y gritos hippies, el grueso y negro humo de la buena hierba pasaba en alto las nubes más altas, fumábanla juntos abuelas, hijos y nietos, hasta crianzas de cuna se han visto hacerlo: en una comisura de la boca la hierba, en la otra el chupete.
                  Ahora con la Ladera y sin la Pampa, incrédulos soñadores y escuderos quedaron ciegos a la realidad y confundidos como Don Quijote al perder el juicio leyendo: “La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura”, o leyendo:”los altos cielos que de vuestra divinidad divinamente con las estrellas os fortifican, y os hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra grandeza”. 
                   La lucha no ha cesado mis Sanchos, no muerden pero no ladran, nosotros seguimos cabalgamos sin señal, nos falta derrotar a los Molinos de Viento y otros gigantes, imaginarios y reales. Vamos por nuestra Pampa, que es tan verde para todos, pero para nosotros ¡siempre será AMARILLA!

Fuente: Asamble por el agua y la tierra.