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viernes, 7 de octubre de 2011

CORREPI: LA VERDADERA CARA DE SORIA

(Correpi).- El triunfo del candidato peronista Carlos Soria en las elecciones de Río Negro fue festejado por el gobierno y el conjunto del kirchnerismo con bombos y platillos, y aplaudido como un nuevo anticipo de lo que vendrá. El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, lo calificó de "histórico". Esos y otros halagos oficiales al candidato, sumados a su historia política y personal, dan una buena muestra del verdadero carácter del partido de gobierno.
Carlos Soria, hoy gobernador electo de Río Negro, fue uno de los hombres de mayor confianza de José Luis Manzano, de Menem y de Duhalde. En 1994, cuando el criminal de guerra nazi Erich Priebke, responsable de más de 300 asesinatos en las Fosas Ardeatinas durante la segunda guerra mundial, fue descubierto en Bariloche, Soria defendió a su compañero de almuerzos, y logró que, en mayo de ese año, Menem dijera: “por opiniones que recibo pareciera que Erich Priebke es una buena persona”.
Unos años después, cuando Videla fue detenido por el robo de bebés, puso en duda públicamente que existiera un plan de apropiación de los hijos de desaparecidos durante la dictadura.
En 1999, fue el autor de un paquete de leyes que profundizaban la dureza del sistema penal, aumentando penas para los delitos que les adjudican a los pobres y dificultando las excarcelaciones.
Poco después, fue designado ministro de Justicia y Seguridad de la provincia de Buenos Aires. Lo primero que hizo fue hacer público su apoyo a los Sin Gorra, los policías bonaerenses echados en las grandes purgas después del asesinato de José Luis Cabezas. “Me pregunto si esos efectivos tenían de verdad malos antecedentes, porque me juego la cabeza que los verdaderos delincuentes quedaron adentro de la policía y que echamos a los que ponen el pecho diariamente”, dijo a los medios a poco de asumir. En la lista de exonerados, por ejemplo, aparecían –tardíamente, por supuesto- los torturadores y asesinos de Miguel Bru, de Sergio Durán y de Andrés Núñez...
En 2002, cuando Eduardo Duhalde asumió la presidencia, eligió a Soria para dirigirla SIDE. Como Secretario de Inteligencia, fue, junto a Juan José Álvarez y Alfredo Atanasof, el gestor de la operación represiva del 26 de junio de 2002 en Avellaneda. Desde mucho antes de la anunciada movilización, de la que participarían todas las agrupaciones de trabajadores desocupados, cortando simultáneamente todos los accesos a la ciudad de Buenos Aires, preparó informes de inteligencia basados en el espionaje de las organizaciones, que permitieran al gobierno justificar la represión.
En sus informes, hablaba de la existencia de una “nueva amenaza subversiva” que debía ser “neutralizada” y denunciaba vínculos entre las FARC y los movimientos piqueteros.
En el juicio por la masacre del Puente Pueyrredón, donde sólo declaró como testigo debido a la decisión política de limitar la causa a los policías, lo dijo con todas las letras: “Yo analizaba junto a los ministros la situación y siempre surgían los mismos temas: cacerolazos, caos, cortes de ruta, escraches. Este era un caso testigo porque por primera vez todas las organizaciones sociales se ponían de acuerdo. No lo podíamos permitir. La democracia funciona con orden”.
Y no sólo no lo permitieron, y asesinaron a Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. Enseguida, con los informes de la SIDE dirigida por Soria, el ministro de justicia, Vanossi, denunció ante la justicia federal a todos los referentes piqueteros, acusándolos de urdir un complot para derrocar el gobierno. Las “pruebas” eran la desgrabación de los discursos y conclusiones de la Segunda Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados, y una hoja del cuaderno con apuntes sobre el Hombre Nuevo que nuestro compañero Carlos Petete Almirón tenía en la mochila cuando lo asesinó la policía en 9 de Julio y Avenida de Mayo el 20 de diciembre de 2001.
Más recientemente, en marzo de este año, CORREPI se hizo eco de la denuncia del Foro por la Vivienda de Cipoletti, cuyos integrantes sufrieron aprietes de todo tipo por patotas y policías al servicio del intendente Alberto Weretelnikc, hoy vicegobernador elegido junto a Soria.
Ese es, entonces, el “histórico triunfo” del que habla Aníbal Fernández. El triunfo de otro representativo ejemplar del partido de gobierno, el mismo gobierno que, desde el viernes, ha sumado otros 5 presos políticos en sus calabozos, mostrando que sigue siendo, más allá de su discurso, lo que fue siempre: un gobierno represor, y de derecha.