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martes, 29 de junio de 2010

LOZADA NO SE VENDE, HAY QUE BAJARLO

Bariloche (Mensajero Digital) .- Escrito por Leonardo Grela 29 Junio 2010

Lozada no es negro, ni malandra, ni chorro, no vive en un barrio alto, ni escucha cumbia villera, ni siquiera toma vino de tetra parado en una esquina, no usa el pelo largo ni arito, ni habla con palabras soeces, ni es capaz de renegar sobre la invasión del estado argentino porque tampoco es mapuche. Lozada ni siquiera es un "activista de izquierda" de algún "grupúsculo revolucionario" o de derechos humanos de esos que "solo saben defender a los negros vagos mapuchientos y malandras".
Ninguna de estas falacias verbales, caballitos de batalla que usa con facilidad la derecha, le caben a Lozada.
Entonces, porque le pegan a Lozada?
La raíz del problema de Lozada es que como Juez goza de una conducta intachable, de allí que una buena parte de la sociedad Barilochense tenga un profundo respeto por su accionar, y estas dos cosas lo han templado para hacer conocer, ver, valer y entender la ley desde un nuevo lado, quizás para muchos de nosotros desconocido, o al menos utópico: el lado humano.
Lozada no vive en un barrio carenciado y marginal, tampoco ha caído en la delincuencia –ni la brutal que no tiene códigos y te mata, ni de la otra, la que nunca se quiere nombrar: la de los señores de guante blanco que mata tanto o mas que la otra-, a Lozada no lo golpean en el patio de una comisaria hasta perder el conocimiento, ni le niegan transitar por la calle Mitre por su color de piel y vestimenta; Lozada no es analfabeto, ni marginado social. Pero él sabe que la única forma de entender humanamente la justicia es viendo no solo el efecto, sino también la causa.
Lozada no es nada de eso, pero sabe que podría haberlo sido si las circunstancias de su vida hubieran sido otras bien distintas. Convertirse a fuerza de dedicación y responsabilidad en el juez que sabe ser, no lo coloca en un estadio social superior, sino que ni más ni menos lo ubica en el lugar que todo juez respetable debería estar.
Lozada ha recorrido calles, barrios y también comisarias llegando con la mirada de la justicia bastante mas allá que otros, los ojos y oídos de Lozada no se hacen interesadamente los distraídos, por que su recompensa esta en la justicia y no en un bolsillo mas abultado. Sus recorridas han sabido interpretar el dolor del otro, la marginación, lo desparejo del orden establecido; saber entender lo reprochable, recorrer esos caminos no es condenable de parcialidad absoluta, no es ir en contra de las leyes y el orden, tampoco es "apañar delincuentes" como tan fácilmente le reprochan, por el contrario, no cae en la defensa de lo indefendible, detrás de sus decisiones no hay fetichismo leguleyo, hay hechos y verdades concretas. Y a veces eso molesta y mucho, sobre todo quienes se creen dueños de todas las cosas.
Aquí y no en otro lado yace el problema de Lozada.
Para el sistema en el que vivimos, un juez que no se deja comprar es peligroso.
Un juez que no defiende los incómodos intereses de la sociedad blanca y acomodada es peligroso.
Un juez que sabe ensuciarse sus zapatos caminando barrios es peligroso.
Un juez que asiste a una marcha, acto o manifestación pública para garantizar las garantías constitucionales es peligroso.
Un juez que habla públicamente de justicia y brinda sus explicaciones cada vez que la situación lo hace necesario es peligroso.
Un juez que se acerca al dolor de quienes perdieron un hermano, un hijo, un marido es peligroso.
Un juez que no hace valer su poder para ubicarse ventajosamente dentro de la sociedad donde vive es peligroso.
Pero sobre todas las cosas un juez que decide, aunque plena y legalmente justificado, los valores occidentales y cristianos es imperdonable.
Durante los últimos tiempos, muchas de las acciones, decisiones y sentencias del Juez Lozada levantan polvareda provocando críticas y algunas denuncias del sector mas conservador y reaccionario de nuestra sociedad, pero ahora la cosa ha pasado a mayores: en plena campaña ortodoxa, occidental y cristiana en contra del aborto el Juez Lozada autoriza a realizarse un aborto a una joven embarazada victima de repetidas violaciones.

Para la sociedad occidental y cristiana, que se cree dueña de todas las cosas, Lozada se ha atrevido no solo a tocar lo intocable, sino a decidir humanamente sin ni siquiera replantearse ninguno de los artificiales códigos que esa misma sociedad blanca y acomodada pretende llevar como estandartes.
Una sociedad blanca y acomodada, occidental y cristiana que es capaz de contener respetuosamente en su seno a personajes como el padre Grassi, o el empresario Gilio, o el profesor Runge, o el jerarca nazi Priebke, o a policías corruptos y asesinos de gatillo fácil, sin nombrar a esos tantos otros que aun se esconden dentro de su opulencia. Acaso dentro de esa exquisita sociedad no existen abusos sexuales y abortos? O es que el dinero puede silenciar a otros jueces, y comprar tantos doctores como haga falta para que las respetables señoras puedan abortar ilegalmente en cómodas cuotas?. Obviamente, el negocio de los abortos en las altas clases sociales ha encumbrado económicamente a muchos médicos, pero de esto no se habla, no esta permitido.

No hay dudas, unos pocos con poder han decidido pegarle al Juez Lozada por haberse atrevido a ir más allá de las falsas creencias morales que ellos exigen pero son incapaces de cumplir.

Por lo tanto, un juez como Lozada, un juez que no se deja comprar ni presionar con falsas posturas "éticas", un juez que elije no esconder la basura debajo de la alfombra es muy peligroso, porque a veces puede hacer trastabillar al poder.
Y esos señores que se creen dueños de todas las cosas no pueden dejar vivir libremente aquello que aun no han podido, y quizás nunca puedan comprar.