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martes, 30 de marzo de 2010

CLARÍN AL DESNUDO: LIBRO SOBRE EL MONOPÓLICO MEDIO

Por Carlos Alberto Ripoll

En los próximos días podrá verse en todas las librerías el libro
Diario de guerra, del periodista Claudio Díaz. En él se describen las
relaciones políticas y comerciales del llamado "gran diario argentino"
con representantes del poder mundial como Henry Kissinger y George
Soros, que le permitieron constituirse en el grupo económico de medios
más poderoso de Iberoamérica.
Superada la etapa en la que los poderes
económicos mundiales avasallaban a los países a través de la vía
militar, el sistema de dominación tiene hoy en los diarios y la
televisión, en la radio y los canales de noticias, a sus nuevas
fuerzas de ocupación. El Grupo Clarín es uno de los brazos ejecutores
de este nuevo método de control, la llamada Mediocracia, que hace de
la manipulación informativa y la difamación de sectores políticos,
sindicales y sociales, particularmente el peronismo y el movimiento
obrero, su práctica cotidiana
Revela, por otra parte, su participación como promotor del proceso
de sojización de la Argentina, para convertir al país en un eslabón de
la llamada cadena agroalimentaria mundial. Asimismo, este trabajo de
investigación incursiona en el análisis y la réplica del pensamiento
político, básicamente colonial, que emana desde los diarios La Nación
y Perfil y de la boca o la pluma de periodistas como Joaquín Morales
Solá, Nelson Castro, Mariano Grondona, Magdalena Ruiz Guiñazú, Claudio
Escribano, Eduardo Van der Kooy, Julio Blanck y Alfredo Leuco entre
más de una treintena.
En la historia de la prensa argentina se hace difícil encontrar un
período como éste, en el que se presenta como modelo de honestidad e
inmaculadez a un sector tan corrompido que en nombre del libre
pensamiento y la independencia informativa ha bastardeado de manera
escandalosa el ejercicio periodístico. Precisamente, Claudio Díaz, el
autor de este Diario de guerra, renunció a su trabajo en el
multimedios Clarín tras haber sido censurado por manifestar su
pensamiento político, clara evidencia de que los grandes monopolios de
la comunicación no ejercen ni permiten hacer uso de esa tan mentada
libertad de expresión que dicen defender.
Partes relevantes de la obra:
El libro revela los secretos del Grupo Clarín. La nueva
investigación de Claudio Díaz descubre los intereses del multimedios
con los agronegocios y describe su vínculo con los influyentes
Rockefeller, Kissinger y Soros. La "escuelita" de cuadros mediáticos
con el MIT.
El período que se abrió con la dictadura de Videla y Martínez de
Hoz marca el momento cumbre de la reconversión de la Argentina como
Nación en vías de desarrollo industrial, con capacidad para expandirse
e intentar, a su vez, una independencia respecto del uso de la
tecnología nuclear. En este nuevo "formateo", lo que se buscó y logró
fue hacerla retroceder al estado pre-peronista de la Década Infame.
De manera muy parecida a aquellos tiempos de país-granja, nuestro
territorio, si bien con algunos "islotes" de producción industrial que
sobrevivieron desde la época peronista, se transformó a partir de los
'90 en una especie de supermercado global para ofrecer sus góndolas de
alimentos, cereales y carne principalmente, al resto del mundo. A
comienzos de este siglo, dos lobbistas de corporaciones
transnacionales como son Rosendo Fraga y Jorge Castro, comenzaron a
publicitar la conveniencia de que Santa Fe y Córdoba se convirtieran
en el nuevo paradigma de la inserción de la Argentina en el mundo,
para así transformarse en uno de los eslabones de la llamada cadena
agroalimentaria mundial.
(...) ¿Cómo es posible que Clarín sea, hoy por hoy, más vocero de
la oligarquía agro-ganadera que el mismísimo La Nación? ¿Qué punto de
encuentro puede haber entre un diario que dice representar el
pensamiento progresista e incorpora como columnista de su suplemento
rural al mismísimo Jorge Castro?
Parte de las respuestas que necesitamos encontrar está en la
composición del capital accionario de Clarín. Se reconoce,
oficialmente, que un 18% del mismo se encuentra en manos del Grupo
Goldman Sachs, vinculado a transnacionales del lobby sionista
norteamericano.
(...) Así y todo, hay que agregar que los clanes Magnetto y
Aranda, números 1 y 2 respectivamente del Grupo, detentan una parte
importante del capital accionario del diario. Y que en ambos casos sí
se sabe que poseen campos en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe
y Corrientes. Ellos mismos lo han reconocido públicamente al revelarse
informaciones que los tienen como protagonistas de inversiones o
proyectos comerciales.
El caso de José Aranda es el más interesante de analizar. Posee el
principal arrozal de la Argentina, ubicado en la zona de Mercedes, en
Corrientes, a menos de 10 kilómetros de la impresionante extensión de
campo semi-virgen que adquirió el magnate norteamericano Douglas
Tompkins. Se diría que son vecinos.
(...) (Los lazos de Tompkins) con las más altas esferas del poder
económico se hacen visibles en el flujo de fondos de dos de las
asociaciones ecologistas más grandes del mundo a las que está
asociado: la International Forum on Globalization (IFOG) y el Funders
Network on Trade and Globalization (FNTG).
Si bien el mismo Tompkins es el primordial proveedor de fondos,
con más de 1.250.000 dólares invertidos hasta año 2002, entre los
apoyos financieros de IFOG figuran tres instituciones de renombre: el
Rockefellers Brothers Fund, la Turner Foundation y la Ford Foundation,
instituciones vinculadas al banco JP Morgan Chase.
En 1969, David Rockefeller financió una investigación patrocinada
por Henry Kissinger, la que culminó en el llamado Iron Mountain Plan
(IMP).
El IMP exponía la imperiosa necesidad que tenía el establishment
financiero de buscar una forma silenciosa de ganar presencia en las
zonas geográficas que sean de interés estratégico para Estados Unidos,
en pos de mantener su posición hegemónica a nivel global. Entre muchas
de las alternativas propuestas para tales fines sobresalía la
utilización de la causa "ecologista", ya que la misma "cuenta con
social suficiente como para no generar demasiadas sospechas entre la
población", según lo establecido en uno de los considerandos de la
plataforma.
Y algo más interesante todavía: se sabe que la familia de Ted
Turner, el magnate televisivo casado con la actriz Jane Fonda, es
dueña de varias estancias en la Patagonia argentina. El hombre es un generoso
contribuyente de IFOG, una organización entre cuyos miembros también
figuran los hijos británicos de Sir Goldsmith: Edgard (dueño de la
revista The Ecologist) y James, banquero de Londres que también operó
como ejecutivo del Quantum Fund, de George Soros. Que es a donde
queríamos llegar... A Soros, el otro poderoso de las finanzas que
entra a jugar en este extraño entramado que se está dando en
Corrientes y su zona de influencia.
Ahora, ¿qué tendrá que ver Clarín con todo esto? El diario, tal
vez nada. Pero su vicepresidente, José Aranda, sí. Y mucho, como
veremos a partir de los próximos párrafos.
(...) El viernes 11 de julio de 2008, un ratito antes de las 20,
Luis Landriscina "mateaba" el tiempo en su casa a la espera del
inicio, dos horas después, del programa Mano a mano con el campo, que
conduce desde hace cuatro años por el Canal Rural. En ese momento sonó
el teléfono, el conocido humorista atendió y se encontró con la voz de
su hijo Fabio, productor periodístico del ciclo: "Viejo, tengo malas
noticias. Acabo de recibir una llamada del canal; quieren que levantes
la nota sobre el problema en el Ayuí Grande. Parece que estás pisando
callos de gente pesada...".
Landriscina tuvo una actitud ejemplar: "Fabio, nosotros tomamos la
decisión de enviar la grabación del programa completo. Si lo cortan
sería un caso de censura previa que no podemos permitir. Así que
deciles que no sacamos nada...". Su honestidad intelectual quedó
sepultada por la impudicia del Grupo Clarín, propietario del Canal
Rural, que ordenó levantar la emisión de ese viernes y repetir, en su
lugar, el de la semana anterior. Por supuesto, el otro envío nunca fue
emitido al aire.
Los pormenores se conocieron días después. Landriscina había
convocado a su programa a Enrique Lacour, presidente de la Fundación
Iberá, para que explicara el serio impacto ambiental que ocasionaría
en un paraíso natural emblemático de la provincia de Corrientes la
reactivación de un proyecto en el que estaban metidos el
vicepresidente del Grupo Clarín, José Aranda, y el multimillonario...
George Soros.
La historia es así. A fines de la década del '90, Aranda,
asesorado por el ingeniero agrónomo Héctor Huergo, director del
suplemento rural de Clarín, compró 36 mil hectáreas en el departamento
correntino de Mercedes y se puso a sembrar arroz. Invirtió en ese
rubro a sabiendas de que el modelo económico argentino de las últimas
décadas se perfilaba cada vez más hacia la producción y exportación de
cereales. Le fue muy bien, el negocio se hizo rentable. Buena parte
del producto comercializado bajo el nombre de Arroz Gallo, el de mayor
consumo en la Argentina, provino del campo de Aranda. No se sabe cómo
y cuándo se dio el encuentro, pero ya en el nuevo siglo Soros le
propuso al empresario de Clarín conformar una sociedad para
incrementar la producción de arroz y conseguir con su venta ganancias
extraordinarias, aprovechando el incremento del precio de los granos
en el mercado internacional. Se fijaron una meta: exportar más de 130
mil toneladas anuales.
Hasta el 2008, así como se desconocía este acuerdo, tampoco se
sabía mucho acerca de los medios de los que querían valerse para
sumergir a una parte de Corrientes en una gran olla repleta de la
gramínea. Justamente de esa posibilidad hablaba el ecologista Lacour
en el censurado programa de Landriscina.
Es que para materializar su negocio, Aranda-Soros pretenden
interrumpir el flujo del Ayuí Grande, en el departamento de Mercedes,
con un paredón a cota 60 que lo atravesaría por completo, al punto de
inundar su lecho completo en decenas de kilómetros de costas.
Escribimos en presente porque el proyecto sigue en pie. La propuesta
consiste en crear un lago artificial de proporciones descomunales. Tan
grande como El Palmar de Colón, Entre Ríos, mayor que la famosa Laguna
del Iberá y 12 veces más extenso que el casco urbano de la propia
ciudad de Mercedes. ¿Para qué necesitarían semejante lago artificial?
Para disponer de agua suficiente destinada al riego de las
plantaciones. Es decir: el agua que naturalmente surgió en ese
territorio en el amanecer de los tiempos, ahora pasaría a ser
propiedad privada de los empresarios.
Tal como está planteado, se inundarían 18.000 hectáreas de
ambientes naturales que incluyen pastizales y bosques nativos con
vocación ganadera y conservación de la biodiversidad, para
transformarlos drásticamente al cultivo de arroz. El reservorio
artificial recibiría, a su vez, los efluentes químicos de la
gigantesca superficie de plantíos, y el destino de la cuenca del río
Miriñay (receptor final de las aguas que terminan en el río Uruguay)
podría quedar severamente comprometido, no sólo desde el punto de
vista ambiental, sino también productivo, pues la cantidad y calidad
de aguas disponibles cuenca abajo ya no serían las mismas.
Quizá porque el tema tomó estado público, el mismísimo suplemento
rural de Clarín destacó en su edición del 21 de junio de 2008 la
importancia de la inversión "para la producción y la creación de
fuentes de trabajo". Pero se ve que la iniciativa ya venía madurándose
desde antes. "Hubo intentos de llevar adelante el plan mucho antes,
pero la debacle de 2001 nos obligó a desistir en aquella oportunidad",
dijo Mario Freire, a quien se indica como representante de las dos
empresas asociadas, es decir: Copra S.A., cuyo titular es José Aranda,
número 2 del Grupo Clarín, y Adecoagro, perteneciente al financista
húngaro George Soros. "El año pasado tomamos la fuerte decisión de
terminarlo y presentarlo a las autoridades", explicó el propio Aranda
al matutino del grupo económico que preside.
Así fue como a mediados de 2008, el gobernador de Corrientes, José
Colombi, recibió a Aranda y compañía, quienes le entregaron un informe
de 2.000 páginas donde se detallaban "aspectos técnicos y estudios de
impacto ambiental y social que demuestran la viabilidad de la
iniciativa", según dijeron los inversores. La posición de Colombi no
se hizo esperar. En conferencia de prensa el mandatario provincial
afirmó: "Saludamos, acompañamos y felicitamos a este emprendimiento
del sector privado que ayudará a solucionar cuestiones sociales y da
esperanzas de crecimiento a la provincia".
Sin embargo, organizaciones ambientalistas consideran ilegal que
un grupo privado se adueñe de un río para hacerlo desaparecer junto a
sus bosques y sus especies animales y vegetales. Al mismo tiempo, la
Comisión de Recursos Naturales de la Cámara de Diputados de la Nación
adelantó en la primera semana de agosto de 2008 que el proyecto
inversor debe ser analizado "muy cuidadosamente" por los efectos
negativos que podría producir en una zona como la de los Esteros del
Iberá. Cuando terminábamos de escribir este libro, el proyecto aún no
se había tratado.
(...) De Aranda, que es decir una parte de Clarín, hay otras cosas
para contar. El ejecutivo ejerce la titularidad de la Asociación
Bradford Argentina, que representa a lo más granado de la oligarquía
ganadera. Durante 2008 esta entidad publicó en el diario dos
solicitadas en la que defendía la lucha "del campo" contra "la
prepotencia del gobierno". Y más todavía: a través de la compañía
Copra S.A., que preside el mismo Aranda, Clarín y La Nación se unieron
hace siete años para empezar a organizar las exposiciones rurales que
tienen lugar, durante los meses de marzo, en distintos polos rurales
de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe o Córdoba. Estos eventos
concentran a casi todo el espectro del sector agropecuario, lo que les
permite acordar negocios por varios cientos de millones de pesos. En
la edición 2008, realizada en Armstrong, Santa Fe, se concretaron
ventas por $ 380 millones.
Por eso Clarín supo cómo sembrar el terreno durante el chantaje de
los pooles sojeros... Su suplemento rural fue muy cristalino cuando en
la edición del 22 de marzo de 2008, es decir, cuando se cumplían 12
días del paro, establecía que "el campo fue provocado y ahora
reacciona como debe", para agregar que "los productores saben que esta
pelea va para largo y por eso deben prepararse". Pocos días antes, en
la edición del 8 de marzo, el diario homenajeaba a los sacrificados
hombres del campo. En la página central del suplemento sobresalían las
fotografías de los titulares de la Sociedad Rural, por entonces
Luciano Miguens, y de Confederaciones Rurales, Mario Llambías,
brindando con champagne junto al mismísimo Aranda. Buzzi y De Angeli
ni figuraban porque, claro, en ese momento no eran del palo... El paro
ya estaba en marcha y Clarín parecía salir a dar la bienvenida a los
impulsores de la medida. En 2009 el diario repitió la operación. Como
si alentara a su tropa de terratenientes a avanzar contra el enemigo a
paso redoblado, en la edición del jueves 12 de marzo, Huergo escribía
en Clarín: "El aniversario encuentra nuevamente al campo listo para
una nueva batalla...".
(...) La urgencia por cerrar filas en derredor de la torre de
control del nuevo orden, genera tal dependencia que el más grande
grupo de comunicación y formación de ideas y pensamientos de la
Argentina no tiene escrúpulo alguno en seguir difundiendo las ideas de
quien es uno de los mentores de ese nuevo orden, Henry Kissinger, de
quien incluso se ha probado judicial y políticamente su participación
en los más sangrientos ajustes practicados en Argentina y los países
vecinos durante el período de 1973 a 1980.
(...) En las columnas que firma (en Clarín), este genocida
intelectual es presentado como ex secretario de Estado de Estados
Unidos, definición que, por verdadera, no hace sino camuflar su
verdadera identidad: la de un hombre del poder mundial que les pone la
pistola en la cabeza a los países que se niegan a aceptar las reglas
de juego de esa sinarquía.
No es casualidad que disponga a su libre albedrío de las páginas
del matutino. Porque si este medio es en la actualidad uno de los
principales dueños de la riqueza y de las palabras, es gracias al Sr.
K. Cuando en 1976 Martínez de Hoz convenció a la camarilla militar de
que había que dar el zarpazo, una de las primeras medidas que se
decidieron fueron las vinculadas al control de los medios de
comunicación, que los patrocinadores del poder mundial ya habían
determinado como claves para tener todo bajo control.
Por eso en aquel momento, y a instancias de lo que habían decidido
en el Departamento de Estado, Videla y sus esbirros llamaron a los
propietarios de los tres diarios más emblemáticos del momento, Clarín,
La Razón y La Nación, en ese orden, para pactar la Argentina de los
próximos 50 años. El primer paso fue la cesión de Papel Prensa, una
empresa que tomaron por 8 millones de dólares cuando, en realidad, los
estudios de la Fiscalía de Investigaciones Administrativas del Estado
determinó que valía 250 millones.
Como dueños de la principal productora de papel de la Argentina,
Clarín y La Nación (La Razón fue absorbida por el Grupo) consiguieron
ahogar a los diarios que no forman parte del poder económico. ¿Por
qué, cómo...? Mediante continuos aumentos en el precio de la materia
prima esencial para el periodismo gráfico. Obsérvese cómo fue
aumentando el valor de la tonelada en los últimos años:

Enero de 2007..$ 1.571
Enero de 2008..$ 1.903
Enero de 2009..$ 2.837

Al llegar la década del '90, el llamado Consenso de Washington
determinó que, para ejercer el control del pensamiento, los grandes
diarios, la radio y la televisión en manos de grupos o personas amigas
y confiables debían abandonar definitivamente su rol como medios de
información, para constituirse en usinas ideológicas y de propaganda
del neoliberalismo.
En Argentina, después del área de hidrocarburos, la inversión más
alta de las corporaciones multinacionales se dirigió hacia los medios
de comunicación. Se traspasaron empresas por valor de 10.000 millones
de dólares. Y la gran mayoría fueron a parar a manos del Grupo Clarín,
que favorecido por la Ley Dromi del gobierno menemista, que derogó
parte del artículo 45 de la Ley de Radiodifusión de la dictadura, les
permitió a dueños de diarios adquirir radios y canales de TV.
El personaje clave de esta operatoria fue el lobbista del poder
mundial Henry Kissinger, un viejo amigo del diario que tiene muchas
"colaboraciones" publicadas: hace ya 22 años que Clarín le publica sus
artículos de manera regular, a un promedio de ocho al año.
(...) En setiembre de 1990, al asistir a la reunión organizada por
el Consejo de las Américas en Nueva York, Kissinger pidió en persona
al entonces presidente Menem que se impulsara desde el Estado una
legislación que permitiera a los propietarios de diarios argentinos
acceder al control de emisoras radiales y canales de televisión, ya
que el poder económico mundialista necesitaba de estos medios como
nuevas usinas del ideario neoliberal.
(...) Las vinculaciones de Clarín con el poder mundial no se
detienen allí. El Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, del
inglés Massachusetts Institute of Technology) es presentado "hacia
afuera" como una de las principales instituciones dedicadas a la
docencia y a la investigación en Estados Unidos, especialmente en
ciencia, ingeniería y economía. Pero en términos "caseros" es lo que
se dice "un formador de cuadros políticos e intelectuales para uso del
dominio mundial".
Hasta su muerte, en julio de 2002, uno de los cerebros del MIT era
el economista norteamericano Rudiger "Rudi" Dornbusch. Acompañado por
su par chileno Ricardo Caballero, ambos hicieron público el 27 de
febrero de 2002 un documento de tres carillas titulado "Argentina, un
plan de rescate que funcione".
Dornbusch consideraba en el mismo que la profunda crisis económica
y social que sufría por ese entonces la Argentina superaba largamente
a los propios argentinos. Y por eso mismo, cualquier solución debería
ser no sólo diseñada, sino ejecutada por extranjeros. Es decir:
proponía la intervención extranjera sobre el Gobierno argentino, al
menos sobre las palancas de la política fiscal, monetaria y la
administración de impuestos.
(...) Frente a esta propuesta indecente, en aquel ya lejano marzo
de 2002 Clarín apenas informaba sobre la disparatada injerencia de
este hombre del MIT. Se había limitado a reproducir en un pequeño
espacio un cable de la agencia Diarios y Noticias (DyN), como para
cumplir con la publicación de la información pero sin hacer tanta
alharaca por el significado de la misma, es decir: un descarado
movimiento neo-imperial auspiciado por una entidad con la que tiene
acuerdos.
Al respecto, el MIT tiene firmado un convenio con la Universidad
de San Andrés, semillero este de donde el Grupo Clarín toma cuadros
profesionales, técnicos e intelectuales, tal los casos de Ricardo
Javier Anglada, quien se desempeña como Director General de Canal 13,
y el internacionalista Juan Andrés Tokatlián, columnista del diario en
la sección Política Exterior.
Los acuerdos del Grupo Clarín con el MIT y con la Universidad de
Columbia, ligada al Departamento de Estado, también redundaron en este
nuevo siglo en la formación de sus periodistas. Desde al menos 2003,
el diario envía a integrantes de su redacción que durante períodos que
van de los cuatro a los nueve meses regresan formateados con las ideas
que incorporan en aquellas mecas del pensamiento liberal.
Curiosamente, a su regreso pasan a ocupar cargos como editores o jefes
de sección.
(...) La muy promocionada Maestría en Periodismo que el Grupo
lanzó en 2001 para formar a gusto y antojo a hombres de la prensa
también responde al mandato de los grupos de poder económico locales y
extranjeros que necesitan contar con profesionales dóciles. Todos los
años, entre 25 y 30 periodistas de la Argentina y de otros países de
habla hispana pagan unos 2.500 dólares para que Clarín les enseñe las
técnicas del periodismo colonial, que cada uno de ellos ejercerá
después en los medios a los que accedan, incluso en algunos de los que
controla el propio pulpo mediático.



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