Por L. Gabriel Jecke
Comienzan las clases y como trabajador de la educación me veo obligado a reflexionar sobre mi tarea diaria y sobre mi situación como educador, me pregunto ¿qué pasa que la escuela no alcanza para brindarle a los pibes herramientas básicas para transformar su difícil realidad? Y pienso, si como docente o como persona tengo esa posibilidad, es decir, si realmente mi laburo es transformador o es un engranaje más en la máquina que le está friendo la cabeza a l@s estudiantes para que dejen de pensar.
¿Qué es la escuela? ¿A qué intereses responde? ¿Qué es la docencia? ¿Quién decide lo que se enseña en las aulas? ¿Qué soñamos que sean es@s niñ@s cuando sean adult@s?
Y las escuelas avanzan en su tarea de sostener un sistema capitalista en decadencia, mientras, el conjunto de la sociedad dispara sus discursos contra esos pibes que son mirados con tantos focos como adultos hay ¿Son delincuentes, son esperanzas, son drogadictos, son punteros, son trabajadores, son buen@s hij@s, son pobres, son…?
Y los docentes ¿Qué somos? ¿Trabajadores, apóstoles de la educación, quilomberos, idiotas, vagos, la única herramienta para el cambio, una herramienta para la perpetuación del sistema?
No tengo una respuesta a todos esos interrogantes y menos a la pregunta ¿hacia donde va la escuela?; pero si tengo una certeza: hacía donde vayan l@s niñ@s y la escuela es a donde vamos como sociedad.
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