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jueves, 19 de noviembre de 2009

RECITAL DE VIEJAS LOCAS, CRONICA DE UNA REPRESIÓN ANUNCIADA.

(AW) Un intento de reconstruir, a través de relatos de jóvenes que estuvieron allí y vivencias propias, lo ocurrido el pasado sábado en el recital de Viejas Locas, en Vélez. Además convocatoria al escarche pacifico a los organizadores, hoy a las 18Hs, en Figueroa Alcorta 3221 y acto en plaza de mayo de CORREPI, el viernes a las 18hs también.
Por Ayelen Stroker

El ingreso
El sábado pasado, alrededor de las 9 de la noche miles de personas se concentraron emocionados en los alrededores de la cancha de Vélez, esperando ansiosamente el regreso a los escenarios, luego de 10 años, del grupo Viejas Locas. Hacía tres meses ya estaban agotadas las entradas y se tenían grandes expectativas del encuentro.
Pero la emoción se disipó rápidamente, el clima que rodeaba la cancha ya era extraño desde un principio. Llegando a una cuadra de la única entrada al campo, se podía observar como la policía rodeaba el perímetro y apuraba a los chicos que se acercaban a la entrada. Si tenias una botella de cerveza en la mano, te la sacaban sin aviso y la tiraban al piso con fuerza al lado tuyo, sin tener cuidado de hacia donde saltaran los vidrios.
Como es costumbre en los recitales ir hacia la entrada cantando canciones o bailando contentos, en este caso el silencio invadía la previa. El que cantaba terminaba cantando solo, la esfera de terror que se sentía era indescriptible. Por momentos olvidabas si estabas yendo a un recital o entrando en una cárcel.
Una vez en la entrada, detalles importantes de resaltar, era la única y muy pequeña para la cantidad de gente que era, en cuanto te acercabas el gas pimienta que la policía tiró repetidas veces durante el tiempo que uno hacía la cola para entrar, te impedía respirar y te hacía picar la garganta. Sin importar que muchos de los que asistían a ese recital, también habían sido victimas de la masacre de Cromañón.
Mientras uno se mantenía en la cola para entrar, debías soportar que la policía de infantería viniera por los costados y te tirara los caballos encima amenazando con sus palos, la gente asustada empujaba más hacia adentro, haciendo imposible respirar. No solo eso, mientras escuchabas estruendos de los gases que una vez mas tiraban, sin motivo aparente, 10 policías irrumpían la fila a los golpes y empujones supuestamente “para controlar a la gente”, que tranquila soportaba todos los atropellos.
Otro detalle extraño es que no te gritaban, como hacen comúnmente en los recitales, “con entrada en la mano”, simplemente debías soportar todo eso si querías entrar, nunca nos pidieron la entrada ni nos la cortaron, no había una instancia para ello. No se veía gente de la seguridad del recital, solamente había personal policial.
Si decidías esperar a que se calmara un poco la situación que había desatado la policía para entra, como muchos de los chicos hicieron, los hechos demuestran, que eligieron mal. Después de las 9 y media la situación se puso peor.
Camila, de 22 años, cuenta como vio a la policía de infantería pegarle con sus palos a todo aquel que se encontrara fuera de la fila, sin discriminar. Como ella estaba con un amigo que tosía afectado por el gas pimienta, deciden alejarse un poco y esperar, pensando que se iba a calmar la situación. Cuando vuelven ven como los hidrantes avanzaban por la avenida, tirandole a cualquiera que se encontrase en el camino. Deciden alejarse de nuevo y esperar un poco más. Regresan a los minutos y ya no eran hidrantes lo que ven, sino balas de goma que volaban por Juan B. Justo, asustando a la gente y generando una dispersión total. Todos corrían desperados y asustados, Camila remarca aterrada como vio a niños pequeños, de 8 a 10 años, de la mano de los padres corriendo de las balas de goma que tiraba la policía. A todo esto, asegura Camila, la barra de Vélez no había llegado todavía, como dice el personal policial que ocurrió.
En ese momento, explica la joven, desvían la entrada de Juan B. Justo hacia adentro del barrio, obligando a dar toda una vuelta para ingresar y buscando desconcentrar a la gente de la entrada principal. Colocan unas vallas pero no ponen a ninguno de seguridad a que controle la circulación de gente, fueron necesarios 3 minutos para que la gente comenzara a saltar las vallas y colarse, claro no había ningún control. Acto seguido aparece la policía con palos y le entra a pegar a todo aquel que se cruzara en el camino. Camila cuenta que asustada corre hacia adentro del barrio de nuevo, intentando refugiarse nuevamente, hasta que escucha que el recital da comienzo, entonces decide volver convencida de que tiene que entrar ya que tiene su entrada original en la mano, al igual que su amigo y que miles de chicos que aun permanecían afuera sin poder ingresar.
Cuando regresa ve la llegada de la barra de Vélez que cantando se suma a la cola de gente que aun no podía entrar. La policía pone una valla en la fila, dejando a la barra detrás, ésta comienza a apurar a la gente que se encontraba por delante de la valla y a buscar pelea, una vez más la policía de infantería comienza a pegar con los palos a cualquiera que estuviera de paso sin importar si era de la barra o no y tiran nuevamente gas pimienta. Según describe Camila, ante esta situación la barra de Vélez tira botellas al aire lo que genera que se agudice la represión policial, quedando en el medio miles de personas con entrada que todavía tenían la minima esperanza de ver la mitad del recital aunque sea.
Ella cuenta como una vez más, con miedo y desesperada por la situación entra al barrio y se encuentra con cientos de chicos asustados, muchos de ellos vomitando por el gas, la gran mayoría con entrada original y sin saber que hacer. Con la última esperanza que les queda, se organizan y van por la entrada de platea, ya que se rumoreaba que si tenias entrada de campo te iba a dejar pasar por esa entrada.
Ya había pasado casi media hora del comienzo del recital, muchos chicos que si tenían entrada se habían ido a sus casas por el miedo de la represión desatada, ya sin ganas de ver nada. Quedaban aproximadamente unos 200 pibes que aun sostenían sus esperanzas y que se acercan a la entrada de platea, entre ellos Camila y su amigo.
Cuando llegan ven que la policía cerrar las puertas y pararse en la entrada tirando balas de goma a todo aquel que se animara a acercarse.
Julia, 20 años, también sufrió las persecuciones y corrió esquivando los palos que la policía proporcionaba a quien se le cruzara por delante, intentó formar fila ordenadamente para ingresar, y en un instante casi sin darse cuenta, explica como corrió por evitar los hidrantes que se abalanzaban sobre la gente y les apuntaban. Con miedo y sintiendo esa sensación de “sálvese quien pueda” corrió y llamo por teléfono a su amiga para irse del lugar, ya sin ganas de nada más que salvar su vida. Mientras cuenta la situación, recuerda haber visto como personal policial permitía el ingreso de micros escolares que llevaban a la barra de Vélez dentro. ¿La misma que después aparece en la fila de afuera?, confuso.
Decepcionados y con miedo, los pocos que quedaban con esperanzas, se van con su entrada en la mano a casa, luego de haber sufrido una brutal represión, si es que no quedaron tirados en el piso, golpeados, o en coma sin asistencia medica inmediata.
Un Bulacio 2
Es el caso de Rubén Carballo, de 17 años, que sufrió fractura de cráneo y tiene marcas en el cuerpo de golpes, que según asegura su familia, fue producto de la represión policial. El joven esta muy grave, con pronóstico reservado, actualmente en coma y con asistencia respiratoria.
Rubén, iba a su primer recital pero nunca logro entrar. Apareció inconciente el domingo cerca de la 1p.m en un baldío a cinco cuadras de la cancha de Vélez. Según cuentan los padres y amigos que acompañaban al joven, cuando comienza la represión él y sus amigos no podían respirar, pero se mantienen juntos, todos de la mano. En la segunda instancia fuerte de represión lo pierden en las corridas, según cuenta Ezequiel, amigo de Rubén. Desde ese momento, comienzan a mandarle mensajes para intentar ubicarlo, el último mensaje que reciben de Rubén es alrededor de las 12.30/12.45 hs. de la noche, luego deja de contestar los mensajes. La represión continuaba.
Durante horas siguieron buscándolo, pero no lo encontraban, lo llamaban por teléfono pero no atendía, hasta que en un momento determinado, habiendo transcurrido varias horas, alguien apaga el teléfono.
Los padres hicieron fuertes denuncias que apuntan a la policía y la represión desatada en el recital. A su vez, la fuerza policial aseguró, que el joven se cayó de un puente a pocas cuadras del estadio, cuando intento ingresar al show sin entrada. No obstante, las marcas de palazos en el cuerpo de Rubén y su entrada encontrada en el bolsillo de su pantalón, no dicen lo mismo.
Ezequiel, amigo del joven, reforzó la denuncia de la familia y también añadió que tuvo que soportar los golpes de la infantería.
Pero este no fue el único caso, los medios masivos hablan de aproximadamente 30 personas heridas, pero se sospechan que fueron muchos más. Y hubo 40 personas detenidas.
Lo que queda dando vueltas en la cabeza de todos los que estuvimos presentes es que resulta difícil no pensar que esta represión estuvo preparada. Como se desarrollaron los hechos, cuando aun no había ocurrido ningún incidente, como se manejaron los conflictos y cuales fueron los resultados. La exagerada presencia de personal policial e hidrantes, los constantes gases, las balas de goma, la infantería y sus caballos persiguiendo a los jóvenes y un helicóptero que daba vueltas encima del estadio por horas, deja que pensar.
Una vez más la juventud es victima de un sistema que busca el control social através de mecanismos represivos altamente violentos. Una vez más los jóvenes van a un recital para disfrutar del show y se encuentra con la represión y hasta con la muerte. A 18 años del caso Bulacio, a un mes y medio de cumplirse cinco años de la masacre de Cromañón, vemos como la juventud sigue siendo victima de la impunidad con la que actúa este sistema, seguimos observando como la corrupción es moneda corriente y como la represión forma parte de la política de estado. En este estado que se autoproclama “derecho y humano” cada vez más casos de gatillo fácil, cada vez más represión por ejercer la libertad de expresión, cada vez más abuso de poder. ¿Necesitamos un muerto más para despertarnos?
Y ahora…
A través de una cadena de mails enviada por la familia de Rubén, se convoca a todo aquel que estuvo y quiere denunciar lo ocurrido, a todo aquel que quiere solidarizarse con el hecho, con Rubén y su familia que lucha por la vida, a todo el que quiera denunciar los abusos de poder por parte de la policía y la impunidad que reina en nuestro país, a concentrar en FIGUEROA ALCORTA 3221, A LAS 18HS., PARA REPUDIAR A FENIX, LA ORGANIZADORA DEL EVENTO.

También mañana viernes a las 18hs. se realizará un acto en Plaza de Mayo, organizado por CORREPI, donde se presentará el archivo de casos de personas acecinadas por el aparato represivo del estado y se denunciará el aumento de represión en este último tiempo. “De Bulacio a Rubén”.