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sábado, 18 de abril de 2009

OPINIÓN: LOS DIRIGENTES SINDICALES QUE GARANTIZAN PAZ SOCIAL Y "FELICES PASCUAS"

Por Guillermo de Fivke Menuco

La Presidenta y su gabinete pueden continuar su mandato por unos meses más, sin grandes problemas políticos que resolver, al menos en Río Negro y Neuquén, gracias a que tienen a su lado, además de los políticos “opositores”, los dirigentes sindicales que le garantizan, paz social y “felices Pascuas”.
La visita, el 8 de abril en el desierto de Río Negro, para inaugurar la tercera parte del asfalto de la ruta 23, fue sólo la excusa para venir a darle todo su respaldo al gobernador ante la embestida de los trabajadores de la educación que dieron una clase “casi” magistral de lucha contra la intransigencia gubernamental. La misma intransigencia que tiene Sapag pues apenas soltó la miseria de $ 150 ante el paro y la amenaza de corte de ruta hecha por los docentes neuquinos. Pero ahí también los dirigentes le “salvaron las papas” al gobierno. Guagliardo [1] mostró que lo único rojo que tiene es la barba, al salir a defender la oferta salarial.
Nervi y Cía. [2] desde el 23/02, mostraron claramente que no querían llegar hasta el fondo, cuando llevaron fardos de pasto para cortar la ruta nacional 22 en Chichinales. Parece una ironía pero no lo es. Desde el primer camión que arrasó con el pasto y cuanto docente había en el asfalto, hasta el corte en el cuello que sufrió un compañero en manos de dos fascistas, la conducción de UNTER calló su voz, incluso ante el fallecimiento de uno de los integrantes de la mesa central; quedó solo como un accidente, sin relacionarlo con el conflicto.
Se salió a reclamar $ 2.300 en blanco, no al descuento de los días de paro, derogación de las resoluciones discriminatorias del Ministerio de Educación. Salimos con $ 100 bonificables no remunerativos, nos pagarían el 75 % de los días de huelgas adelantando los haberes del mes de diciembre próximo, una promesa de seguir discutiendo en paritarias el 25 % restante y la derogación de las resoluciones. Debemos decir también, que logramos que el resto de los estatales que se agrupan en distintos gremios, le aumentaran $ 200 en negro. Muy poco para semejante huelga.

El piquete: centralizó la experiencia
Más de 40 días en el piquete, permitió a los militantes de la UNTER ver cómo los dirigentes iban para un lado y ellos para el otro o mejor dicho ver cómo los dirigentes y el gobierno hacían todo lo posible para levantar ese curso acelerado de lucha. Los activistas discutían cómo enfrentar al gobierno hasta conseguir las demandas. Cientos de trabajadores en su mayoría jóvenes, lucharon contra los planes de hambre y miseria que nos impone el sistema capitalista y su gobierno.
Queda claro que los dirigentes sindicales, en su gran mayoría, están para preservar o defender este sistema de explotación, que cuando se pone en riesgo el plan económico y social llevado adelante por los gobiernos de turno, despliegan su experiencia, su ingeniería y todo la estructura sindical, para frenar o directamente traicionar el avance de los trabajadores en lucha. En este sistema hacen su diferencia, muchos se llenan de plata, otros se lo pasan de licencia durante años.
Casi siempre es así. Los trabajadores van para adelante y sus dirigentes, para atrás. El piquete de Chichinales unificó por primera vez en la historia del gremio, a todos los sufridos militantes que año tras año salen a enfrentar al gobierno y a su plan económico, pero solo con el paro y la movilización. En una provincia donde las ciudades están muy dispersas, hacía falta un lugar de concentración y de lucha. El corte permitió actividades conjuntas, asambleas generales, discusiones políticas, desarrollar tácticas y estrategias ante los ataques que se sucedían día tras día, por parte de camioneros del sindicato, patoteros del gobierno o de aquéllos que se hacían los valientes y encaraban al piquete.
Con el resultado a la vista, la conclusión debe ser que con lo hecho tampoco alcanza. Hay que cambiar a estos dirigentes por compañeros que acaten lo que resuelve la base, por compañeros que estén dispuestos a enfrentar al poder político y sus planes de hambre, por compañeros que estén dispuestos a cambiar la estructura del sindicato y su método de participación y decisión, por compañeros que en definitiva estén dispuestos a cambiar todo, porque como dice la canción, “el que no cambia todo, no cambia nada”.